SUBLIME DESPEDIDA
Leo -como siempre, con agrado- esa revista cálida y de calidad que es AZAGALA, publicación local de Alburquerque, que trasciende con acierto a lo universal, porque se tratan con sabiduría los temas cercanos para proyectarlos a la generalidad.
Su director, Francis Negrete, siempre “escarba” en mis escritos y me hace el honor de sacar alguna cosa con la que contribuyo humildemente a la tarea de ese grupo de redacción entusiasta.
Pero hay que reconocer que Francis despunta por su labor, su trabajo incansable, y sus escritos llenos de humanidad, sentimiento profundo y cariño hacia el entorno y su gente, valiente en la denuncia y cariñoso en la amistad, muchas veces haciendo una glosa en las irremediables despedidas definitivas.
Esta vez, en el número que me llega de marzo de 2024 (nº 143), entre otros trabajos que se leen como un bálsamo en medio de las agitaciones cotidianas, este infatigable director tiene la suficiente capacidad de superación de su propia angustia para escribir un par de páginas que se leen con el alma en la mano. Se trata de “La alegría de Manolín”, un recuerdo palpitante de su hermano mayor, muerto recientemente tras sucumbir a la maldición del cáncer contra el que llevaba varios años luchando.
Pocas veces podrá uno leer algo tan sublime, un homenaje tan hermoso, una declaración de amor fraternal tan emotiva. ¡Cómo se pueden expresar sentimientos tan profundos con palabras! ¡Cómo se nos puede hacer partícipes de algo tan desgarrador con esa serenidad que profundiza en lo mejor del alma humana!
Leed, leed con atención lo que constituye un testimonio escrito desde lo más profundo, con una prosa limpia, sincera y, a pesar de lo triste, de lo trágico e irreparable, llena de una gran hermosura.
Moisés Cayetano Rosado