Desde que los viejos vagones del Subte A dejaron de circular por el subsuelo porteño, un aire de renovación llegó a la más antigua de las líneas que recorren la ciudad. Nuevas formaciones con aire acondicionado y perfume a limón hacen el trayecto Plaza de Mayo- San Pedrito, y multitudes atraviesan la ruta que une el Microcentro con Floresta casi sin reparar en lo que el progreso dejó atrás. Por supuesto que viajar con refrigeración y fragancias frutales es mejor que hacinados y bañados en aromas dudosos, pero yo extraño esos viejos vagones de madera iluminados con lámparas cálidas y tenues y el traqueteo que hacía pensar que bajo tierra estábamos en el siglo XIX mientras la vorágine moderna nos pasaba por arriba de las cabezas. Lo cierto que es que con los nuevos trenes llegaron las reformas a las estaciones y paradójicamente, en Perú el pasado volvió con todo. Ayer me detuve un rato frente a esta vitrina fascinada por la oferta que promociona: cuellos almidonados para agregar a las camisas.
Como se ve, había diversos modelos y diseños adecuados para cada ocasión: traje clásico, frac, smoking. Estos cuellos almidonados al igual que los puños rígidos eran parte del protocolo indumentario masculino. El traje burgués significaba pertenencia y rango, y si no se tenía la cantidad necesaria de camisas para ser cambiadas a diario, una buena alternativa era recurrir a cuellos desmontables que se lavaban y colocaban almidonados dando de ese modo una sensación de prolijidad y esmero.
Dice Susana Saulquin, "Estos cuellos requerían no solo la habilidad de las planchadoras para mantenerse erguidos, sino también la presencia de un accesorio imprescindible en esos años: los alzacuellos".
(Historia de la Moda en Argentina. Del miriñaque al diseño de autor; pág. 57).
Y evidentemente, no se los podía dejar desordenados en los cajones ni debería ser sencillo transportarlos, así que para ello existían estas cajas de cuero...
El hombre porteño fue adecuando su estilo a las modas imperantes. A comienzos del siglo XX seguirá la tendencia inglesa para luego, con el advenimiento de Hollywood y sus actores icónicos, ir transformando el look hacia formas más relajadas de inspiración "americana".
Aún hoy quedan en la zona cercana a esta estación algunas casas tradicionales como Rocha Casimires que confecciona trajes a medida con el cuidado y las técnicas de antaño; pero la mayoría se fueron perdiendo con ese cambio de las costumbres. Hoy casi que nos sorprende ver hombres vestidos con traje, y son excepcionales quiénes los usan hechos a su medida. No quiero caer en aquello de que todo tiempo pasado fue mejor, es innegable que la practicidad de la que gozamos hoy supera a cualquier experiencia de entonces; pero a veces me cuesta ver cómo todo se volvió sport; las corbatas van quedando arrumbadas en el placard para dar paso al uso de trajes con camisas cuyos dos primeros botones se llevan desprendidos, los mocasines se sustituyen por zapatillas, y así... No me niego al cambio, pero confieso que extraño la elegancia de antes. Un buen traje de cuidada confección con camisa impecable y corbata discreta; un par de mocasines Guido y un rico perfume... Es demasiado, no? Tal vez sí, pero si todo ello hubiera quedado en el pasado lejano, por qué las series como Mad Men se vuelven referentes de estilo contemporáneo? Alguna añoranza colectiva hay, no creen?
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