Pegados a este mismo entorno, subiendo por la calle de San Juan de Dios, llegamos a una pequeña plazuela, en cuyo fondo se observa la entrada a una casa, que en realidad corresponde con una corrala vecinal, contenedora de un gran patio central, con su fuente y a los lados las distintas viviendas vecinales, dándole un carácter de vecindad, pero al mismo tiempo privado.
En el solado del patio, aún se pueden observar una especie de respiraderos, lo que hace sospechar que debajo, en su subsuelo, aún queda algún vestigio del pasado, el cual debemos investigar.
Al salir a la calle, vemos a su lado una tienda de cerámica perteneciente a la familia Serrano, conocidos míos desde la niñez.
Al entrar en la misma, al fondo se encuentra la bajada hacía sus profundidades.
Por sus respiraderos y por sus varias salas, parece corresponder con un baño de la antigua judería, quizás usado más tarde como cuadra para las caballerías de los vecinos de la corrala.
Ahora en nuestro tiempo, se halla repleto de todo tipo de vasijas, platos y otros utensilios de cerámica, cuya exposición es de un atrayente estilo, dejando una sensación muy particular al que la visita.
Este antro, baño o sótano subterráneo, nos da una idea de cómo pudo encontrarse la judería de antaño.
Además nos abre un nuevo camino, pues se demuestra que en tiempos en que vivían aquí los hebreos, podía pasearse por debajo de la judería entera y se podían desplazar sus vecinos de un lugar a otro sin ser vistos, practicando sus rituales y festejando sus famosas fiestas como las de la Pascua Judía o Janucá, pudiendo acceder de una sinagoga a otra o quizás a lugares más secretos, aún por descubrir.
Saliendo a la misma calle y justo enfrente, observamos las viviendas que se encuentran pegadas y haciendo medianería con la Casa Museo del Greco, pintor cretense por excelencia de Toledo.
Esta calle de San Juan de Dios es una de las más transitadas de la ciudad, sobre todo por judíos, pues conduce a las sinagogas que concentra este típico barrio toledano.
Estas también concentran sótanos, que se encuentran pegadas a este museo y anteriormente a su medianería, quizás se debían de adentrar debajo de dicho museo y formando parte del palacio de Dº Samuel Ha-Leví Abulafia.
Entre otras cosas, estas han servido como caballerizas, pues yo mismo he visto meter burros en ellas y también fue anteriormente fábrica de chocolate.
Tiene también su pozo, aunque lo más atrayente son sus tragaluces, que nos hacen sospechar que en ella hay estos subterráneos.
La tradición dice que en esta antigua casa que fue anteriormente palacio, el alquimista Dº Enrique de Villena, trabajaba la “materia prima”, en sus sótanos para buscar la “piedra filosofal” y como estamos en plena judería, la leyenda contiene unos componentes meramente judaicos, pues este personaje tenía una redoma por medio de la que consiguió fabricar un “golem”.
Según la cábala, algunos especialistas en esta ciencia, lograron fabricarle haciendo primero varios días de oración y ayuno. Luego hacían un muñeco de arcilla y cola y tras los conjuros pertinentes y pronunciar el nombre divino “sem hameforas” sobre este, el muñeco cobraba vida.
Se debía escribirle la palabra “emet” (vida) en su frente, sirviendo para siempre a la persona que le había creado, sin poder salir de la casa y si hacía algo mal se le borraba la “e”, quedando “met” (muerte) y este desaparecía.
Aunque en Toledo, este ser deforme que servía a Dº Enrique, fue descubierto al encontrarse en una esquina con el santísimo y quitarse el capuz que le tapaba la cara y la cabeza.
Esta historia o leyenda da a esta zona un aire heterodoxo de primera magnitud. Recordemos que aunque esto parezca leyenda, lo que es real es la carta que esta persona, recibió de los “Veinte Sabios Cordobeses” y como este les contestó.
Esto nos recuerda el libro del infante Dº. Juan Manuel “El Conde Lucanor” y su historia del mágico de esta ciudad, “Dº. Illán de Toledo”.
Todos estos vestigios aún palpables, nos recuerdan que en la“Judería Grande” de Toledoth en Sefarad, hubo nada menos que cinco madrasas o escuelas talmúdicas, las más famosas de la España medieval, a las que se las habían añadido las de Lucena y Córdoba. En ellas se enseñaba la esencia de la tradición judía, pero también otro tipo de enseñanza más secreta, la kábala, que servía para descifrar los mensajes secretos que esconde el propio Talmud o la Torá, ecos mistéricos dejados por Yahvé al pueblo elegido.
Autor: A. Vega. 2010.Fuente: http://eltoledoescondido.wordpress.com/subterraneos-secretos/10%C2%BA-vestigio/
Revista Cultura y Ocio
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