¿Están justificadas?
Ya hablé de este tema de las subvenciones para la caza en su día, pero creo que es el momento de volver sobre ello. Como ya dije la otra vez, nada tengo en contra de la caza como tal. No la practico y no me gusta, pero la respeto, como respeto tantísimas otras cosas que no me agradan por mi manera de ser. No me gustan las prohibiciones —prohibido prohibir es mi lema—, entre otras cosas porque nuestros políticos utilizan nuestra manera de ser —un tanto egocéntrica— para colarnos todas las prohibiciones que les vienen en gana. El tema es muy simple sociológicamente y lo ilustraré con un ejemplo básico:
Imaginemos dos personas, una es fumadora y vegetariana, defensora a ultranza de los animales y por lo tanto completamente contraria a la caza, la tauromaquia, etc. La otra persona es apasionada de los toros y le gusta comer carne a diario, pero en cambio le molesta cantidad el humo del tabaco.
La aceptación de las prohibiciones por la sociedad viene dada porque cuando se prohibe algo que nos molestaba, la tendencia natural es apoyar la prohibición, hacernos eco de ella y cargar contra quienes nos molestaban con sus prácticas. Caso de la prohibición del tabaco. Los no fumadores se vieron crecidos con la prohibición y ya podían señalar con el dedo a quien infringía la norma, incluso denunciándolo. Sin medias tintas. Yo siempre me he preguntado porqué llegar a esos extremos. ¿No estábamos bien con la ley que dejaba elegir entre zonas de fumadores y no fumadores? A mí no me gusta el humo del tabaco en los locales cerrados, pero si en algún sitio no me encontraba a gusto era libre de marcharme y de no volver. Eso es libertad, no prohibirle a todo el mundo que fume.
Cuando el Gobierno prohibe otra cosa. En el caso del ejemplo, los toros, ocurre lo mismo, solo que varían los grupos de apoyo. De ese modo es muy difícil luchar contra las prohibiciones, porque se prohíba lo que se prohíba, la sociedad siempre está dividida y no se apoyan unos a otros, y la convivencia debe ser a base de entendimiento y tolerancia, no a base de prohibiciones. Si el no fumador no hubiese apoyado la prohibición del tabaco y el antitaurino no se hubiese posicionado a favor de prohibir las corridas de toros, otro gallo hubiese cantado.
Bueno, me he desviado un poco del tema inicial del artículo que no era otro que las subvenciones para fomentar la caza en los colegios. Solo decir que ni mucho menos pretendo que prohiban la caza, pero de ahí a subvencionar la misma como han hecho en Castilla-León en los colegios para que los niños de entre 7 y 12 años acudan a jornadas de caza para que entiendan su importancia, va un abismo. Y tampoco es porque esté en contra de que los niños puedan conocer la caza, solo que no me parece bien que en una situación como la actual en la que han quitado subvenciones incluso para los comedores escolares, ahora se lo gasten en esto. La caza es algo que, como tantas otras cosas, debería pasar de padres a hijos. Si a uno le gusta la caza, está bien que lleve a su hijo a cazar, pero no veo que sea algo que deba hacerse en el colegio a costa del dinero público. El dinero debe ser gestionado de mejor manera.
Ramón Cerdá