Nació en Chateau Thierry, en una familia noble y rica. Muy niño fue llevado a la corte para formarse y servir al reino. Siendo joven tomó el hábito benedictino sin desligarse del todo de los asuntos de la corte. Fue gran amigo del rey Roberto el Bueno, quien le designó para la sede de Orleans a la muerte del obispo Arnolfo, con el beneplácito del clero de Orleans. Bueno, no de todo el clero, pues había un presbítero llamado Aldarico quien había deseado y luchado para ser nombrado obispo. El día de la consagración episcopal de Teodorico, este Aldarico irrumpió en la catedral con un piquete de mercenarios y arrojó al santo del altar, con vistas a atemorizar a los obispos presentes y lograr le consagraran a él como obispo de Orleans. Pero estos no temieron y continuaron con la ordenación episcopal.
Siendo ya obispo nuestro santo, Aldarico insistió en sus intenciones y una noche cuando el santo volvía de sus visitas a los pobres, le atacó con una espada y le arrojó a un barranco, huyendo después. Providencialmente la espada solo atravesó las vestiduras del santo, dejándolo ileso. Cuando ya le daban por muerto, Teodorico apareció en la ciudad y tomó posesión de su cátedra, una vez más. Ante esto, Aldarico, viendo cosa milagrosa en ello, pidió perdón a Teodorico, quien se lo concedió sin rencor.
El santo murió en 1022, en Tonnerre, donde fue enterrado y donde su pariente, el Conde Milo, construyó sobre su sepultura una iglesia dedicada a San Miguel Arcángel. Y, mirad que cosa, fue sucedido en la sede por el mismo Aldarico. A 27 de enero además se recuerda a:
Revista Cultura y Ocio
San Teodorico II de Orleans, obispo.