Nuestra ruta empezaba hacia la cantera de Messaida, para visitar una capilla cristiana en piedra negra.
La vista era impresionante desde lo alto, parecía un paisaje lunar y a la vez místico a pesar de que la iglesia se encontraba en ruinas.
Seguidamente fuimos a Wadi Sebu para ver petroglifos de hace 5000 años pasando por un terreno bastante pedregoso. Las rocas eran el vivo recuerdo de los antepasados que quisieron dejar huella. Un amable señor paró su coche para preguntarnos de dónde éramos.
A través de más de 3000 dibujos de barcas, cabras, bueyes y otros animales y objetos, pudimos hacernos una idea de cómo era la vida de estos habitantes del pasado que se dedicaban a la pesca y el ganado. Parecía mentira que se hubieran conservado tan bien con el paso de los años pues pertenecía a la época prehistórica.
Llegamos a la tercera catarata con rápidos y como siempre con vistas del río que aliviaban el sofocante calor del día. Desde lejos pudimos observar hombres que se encontraban justo en la ribera trabajando la tierra, plantando vegetales y nos saludaron al vernos. La gente, vende lo que cosecha a orillas del río, y aunque comida y agua no les falta, viven en duras condiciones.
También pudimos vislumbrar a lo lejos una montaña con forma de volcán y subimos por un promontorio para verlo mejor. Aquíadmiramos la grandeza del Nilo en toda su extensión. Unos lugareños se pararon a hablar con nosotros y nos dijeron que este era un lugar sagrado.
Para cruzar al otro lado era necesario coger un ferry que tardaba unos veinte minutos en atravesarlo. Habían cuatro vehículos y gente cargada con grandes bultos, en total éramos unas veinticinco personas.
Nos colocamos junto a la proa donde se encontraba la cabina del capitán y que al vernos dentro se llevó una sorpresa diciendo si queríamos conducirlo. Le dejamos libre su puesto de trabajo y disfrutamos de la agradable brisa a pesar del calor que hacía.
Cuando llegamos a la otra orilla, Razhid recuperó el 4x4 y después de hora y media paramos en un lugar junto a la carretera donde se hallaban las tres columnas pertenecientes a la Dinastía 18 de Akenathon, el faraón egipcio.
Había inscripciones en las columnas e incluso encontramos una de Arthur Todd Holroyd de 1836. Fue un abogado y político nacido en Londres y que viajó por el Alto Nilo en esa época. Unos niños se acercaron al vernos llegar y nos regalaron sonrisas al fotografiarlos.
Paramos en un pueblo de carretera para reponer gasolina y aprovechamos para estirar las piernas y hacer fotos a la gente local. Al vernos a dos mujeres con cámaras de móvil, nos preguntaron si éramos del National Geographic a lo que les contestamos que sí, riendo.
Emprendimos de nuevo la ruta. Lo que más me gustaba era ver por la carretera esas casas de adobe decoradas con adornos y pintadas de alegres colores. También vimos varias mezquitas. Sus horas de oración eran a las 0530hrs, 1140hrs, a las 1500 y a las 18’40hrs.
Pasamos por caminos inhóspitos cuando encontramos de nuevo el desierto y viendo los camellos llegamos finalmente a la casa tradicional nubia. Era de adobe, la entrada era de forma oval y había ornamentos en ventanas y puertas. En las paredes predominaba el color ocre y blanco.
Mohamed, nos enseñó las estancias y elegimos la habitación que más nos gustó. También nos llevó donde se encontraban las duchas y lavabos. El sistema de duchas era echándose agua con un cazo cogiéndolo de un barreño. Afuera había niños jugando y oíamos a los perros ladrar. Aprovechamos para escribir un poco y charlar con un francés que se alojó ese mismo día y que llevaba viviendo cinco años en Sudán, era profesor de francés y venía de Jartum para pasar unos días.
Ya se había puesto el sol y nos dieron de cenar en el mismo alojamiento. Nos trajeron Baba-Ganoush, que es pasta de berenjena, pollo estofado, ensalada de pepino y tomate y sopa de patata con anís especiado. Mañana veremos el templo de Soleib que se encuentra a unos pcos metros de aquí.
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