Revista Opinión

Sueldo para las máquinas

Publicado el 01 septiembre 2013 por Cronicasbarbaras

Desde este 31 de septiembre la vida de los viajeros de los ferrocarriles españoles no depende de los humanos. Todos los trenes están controlados por sistemas de seguridad que los frenan, evitando los errores o irresponsabilidades de algún ferroviario.

La ausencia de esos sistemas permitió que el Alvia, controlado por el maquinista Francisco José Garzón, provocara 79 muertos al descarrilar a 190 kilómetros por hora donde debía circular a 80 el 24 de julio en Santiago.

Abandonada la confianza en el ser humano, ha aumentado en las máquinas, lo que es un cambio fundamental de paradigma: le confiamos a la máquina nuestras vidas y se la retiramos al hombre.

Con excepción de algunos trenes, metros o transbordadores automáticos en líneas cortas, todos los vehículos de pasajeros están controlados por humanos, por muy automatizadas que estén sus sistemas de mando: coches, autobuses, barcos o aviones.

Para quien se sube a un tren es tranquilizador saber que su vida ya no depende de un posible irresponsable que habla nimiedades por teléfono en lugar de frenar donde debía, que lleva encendido un innecesario pero subyugante iPad, y que solamente por acelerar y frenar donde debe cobra 55.000 euros anuales.

En la información sobre el accidente se desconoce si el juez Luis Aláez llamó a testificar a los maquinistas entrevistados por el diario El País que dijeron que por la curva de la muerte era común circular a 130 por hora: eso también es gravísimo.

Pronto asistiremos a la reducción de los salarios de los maquinistas, justificada porque las altas responsabilidades por las que les pagaban sus magníficos sueldos han pasado a las máquinas.

Sin embargo, el nuevo paradigma hombre-máquina no debería cambiar el axioma de “el sueldo, para quien lo trabaja”: pues, para la máquina.

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