Pica la pendiente cuesta arriba, caminando a la vuelta desde San Lucas, por San Juan de la Penitencia. Bellísima la mañana, fría y gris, un manto de nubes apretado resbala raudo y rasante sobre la ciudad, levemente arañado por las puntas de las espadañas y la aguja catedralicia.
Patio de la antigua casa-herrería de Julio Pascual. Calle San Juan de la Penitencia nº 13, Toledo
La ventisca juega entre las casas y saca de ellas rumores lejanos, entrecortados, quizás de otras épocas … Al pasar al pie de la portada de la ruinosa casa-herrería algo nos hace parar, mil veces he pasado por delante, nunca he parado, sólo levantaba mi rostro para saludar con mi vista a la airada portada que feroz defiende la vetusta fachada.
Primero es una intuición, hoy es el día sin duda, después la corazonada se transforma en evidencia, el viento nos vuelve a traer viejos rumores, suenan golpes metálicos tras el portón, la recia madera atenúa con fuerza el canto de un martillo sobre la bigornia de un herrero, leves son pues los repiques, si no paramos no los hubiésemos oído. Pero el herrero marchó hace tiempo, sus manos divinas forjan ya en fraguas de Gloria, ¿quién doma de nuevo el hierro en la antigua herrería?
Con el alma en vilo nos atrevemos a llamar a la puerta, no hay llamador ni timbre y con fuerza martilleamos ahora nosotros sobre los tablones arriostrados con abotonaduras de hierro. No para el rítmico golpeteo en el interior y es necesario redoblar nuestros esfuerzos para hacernos oír, finalmente se hace el silencio en el ruinoso caserón y tras lo que nos parece una eterna espera se abre con herrumbroso bostezo la boca del portillo.
Una cara serena, aunque algo sorprendida, asoma tras el postigo, quien sale a recibirnos es herrero de forja, le conocemos de vista pero no de nombre, sabemos que de sus manos salen los herrajes que visten los portones del carpintero toledano Alfonso Dueñas, el cual le deja ocupar la vieja herrería. Le rogamos que nos deje pasar a ver su trabajo y él con orgullo nos deja flanquear la entrada.
La imagen interior es impactante, como surgida de un cuadro de pintura romántica, la ruina absoluta nos rodea: al fondo de un apuntalado zaguán vislumbramos, al trasluz de una esplendida reja, un abandonado patio con pilastras, balaustradas, pétreo brocal coronado de forja y de fondo un salvaje jardín con palmeras. Desde el zaguán bajan unas escaleras al sótano, abajo se vislumbra solitaria una bigornia sobre un pie derecho de madera, y a la derecha una humeante fragua.
José no tiene trabajo de forja, son tiempos difíciles para vivir del trabajo artesano, entretiene su tiempo forjando para no perder el oficio y porque sabe que una mente ociosa se convertirá en una mente viciosa. Trabaja en una habitación con el techo parcialmente hundido, antigua estancia donde se cambiaban los operarios de la antigua forja.
Un pequeño dragón de forja defiende el umbral de la antigua casa-herrería de Julio Pascual.
Sobre el pétreo umbral de acceso al patio descansa un pequeño y ardiente dragón que acaba de nacer entre las ascuas, nuestra visita ha retrasado que le armen con dos buenas alas y por ello nos mira con ojos amenazantes.
No nos importaría ser atacados en este escenario fantástico por un sulfurado dragón y sentirnos caballeros al menos por un instante.
Vuela nuestra mente: recuperar el esplendor perdido de esta casa, poner a pleno rendimiento la vieja fragua donde florece el alma de los hierros sobre la bigornia, recuperar la dignidad del espacio del que tan magníficas obras de arte han surgido… Ojalá no se quede todo en un sueño.
Patio de la casa-herrería de Julio Pascual. Fotografías de Otto Wunderlich, Fototeca del Patrimonio Histórico Español
Acceso al patio de la antigua casa-herrería de Julio Pascual. Calle San Juan de la Penitencia nº 13, Toledo
Autor: Jose María Gutiérrez AriasFuente: http://www.consorciotoledo.org/suena-nuevo-la-bigornia/&version;
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Revista Cultura y Ocio
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