He dado muchas vueltas a este texto. Desde hace días pienso en qué podría transmitir para que mis palabras fueran útiles y sirvieran para alguien.
Redactar cada semana un artículo que hable de tus preocupaciones, de lo que te inquieta o te gusta, es muy difícil. Vivir es difícil, pero nunca me ha gustado centrarme en lo mucho que nos pueda costar el día a día a nosotros, afortunados del mundo occidental, sino en la enorme suerte que es tener la oportunidad de ser libre para edificar tus sueños.
Porque al principio pensé contarte que estoy cansado de esta nueva normalidad que no ha hecho más que comenzar y que es una engañifa. Seguridad, limpieza, distancia social, mascarillas... Todo es un invento que llega tarde, cuando el coronavirus ya ha roto nuestros sueños. Pero no quiero quedar de irresponsable.
También quise hablar de lo cutre que es pretender revisitar "Lo que el viento se llevó", obra de arte incuestionable de la primera mitad del siglo XX, con la perspectiva ofendidita y políticamente correcta de la primera mitad del siglo XXI. Esos problemas de nuestro cómodo primer mundo de los que te hablaba... Los chistes de Martes y Trece, las canciones de Mecano y hasta el espléndido culo de La Venus del Espejo, todo es homófobo, machista o discriminador. Hasta El Principito, que alguna vez nos hizo soñar, merece ser cambiado para adaptarse a una perspectiva extremista que tampoco nos beneficia, en lugar de estudiar los porqués de una circunstancia, de un momento en el tiempo y el espacio. Pero no quiero quedar de señoro.
Realmente lo que procede es dedicar unas líneas a Pau Donés, a quien debo tantas canciones de una época fundamental de mi vida, un poeta de las pequeñas cosas que nos enseñó la importancia de dar jarabe de palo al maldito cáncer. Aunque luego nos gane. Cómo no admirar a quien escribe "deja que te hable de mis sueños, que tras el tiempo se escondieron pero que contigo han vuelto". Pero no quiero quedar de obvio.
Deja que te hable de mis sueños. Sueña siempre.
El mundo está lleno de personas que te ayudan en el camino, que te enriquecen con su arte o su consejo, con su simple compañía, pero también existen los ladrones de sueños. Algunos vienen a hacer el mal a propósito, y los hay que solo conocen esa triste forma de vida.
El único mensaje que puedo dejarte es que no escuches a quienes vienen a robar nuestros sueños. ¿Se merecen amor? Puede ser, pero no merecen ni un minuto de nuestro tiempo, y escapar de ellos es la mejor forma de hacerte un favor. Si yo les hubiera hecho caso, jamás hubiese caminado libre por la vida, ni seguiría trabajando por alcanzar mis metas y mi futuro. Por cumplir mis sueños.
No dejes que nadie te diga hasta donde puedes llegar y sigue cantando y tocando tu guitarra, sigue practicando deporte, sigue estudiando y persevera en la loca o meditada persecución de tus sueños, porque cada uno llegará hasta donde quiera llegar y nadie puede decirte que no vas a conseguirlo.
Te decía al principio que escribir es difícil. En este tiempo en que todo el mundo dice o tuitea lo que le viene a la cabeza sin pararse cinco minutos o cinco horas a reflexionar, en estas circunstancias de vacío existencial que llenamos con una generalizada y buscada incultura, creo que es aún más importante que nuestras palabras sirvan para algo. Lucha por tus sueños. Sueña siempre.
Y, pregunto: ¿En tiempos de coronavirus es correcto decir que "por un beso de la flaca daría lo que fuera", o sería mejor "saludaría guardando la debida distancia de seguridad, utilizando mascarilla y mampara, a una persona de género no necesariamente definido, omitiendo toda referencia al heteropatriarcado"?