Historia corta.
Romance sobrenatural.
Contenido no apto para menores de 16 años.
Primera parte: https://www.nocreasnada.com/sueno-de-luna
SUEÑO DE LUNA
II PARTE
A veces la vida no te da lo que quieres, sino lo que necesitas; Ania sabía eso por experiencia propia. Había pasado cinco años de su vida estudiando Letras en la Facultad de Humanidades, con la esperanza de convertirse en escritora profesional algún día; no dejó de lado su sueño cuando su mejor amiga le propuso invertir en una librería cerca de donde vivían, pero encontró en el pequeño establecimiento un lugar donde podía sentirse libre y en paz consigo misma, aun cuando le rodeaban circunstancias adversas. Todavía no sabía si se debía al aroma a libros nuevos o a la infinidad de posibilidades que aguardaban en las estanterías, pero lo cierto era que estar allí le llenaba de una tranquilidad indescriptible.
El negocio había iniciado hace poco más de cuatro meses y hasta el momento marchaba bien. Los ingresos no eran exorbitantes, pero cubrían los gastos y obtenían ganancias considerables de todo aquello; resultaba rentable para ambas. Esa mañana recibieron un nuevo pedido de libros de géneros variados; la tienda estaba cerraba por inventario en esa ocasión, Ania trabajaba en la sección sobrenatural, mientras su social, Camille, se hallaba en la de ciencia ficción y la nueva empleada, Brigitte, terminaba de organizar la nueva colección de libros policíacos que habían adquirido.
La llegada del invierno se encontraba a menos de una semana y las bajas temperaturas ya hacían mella en los habitantes de aquel poblado; Ania, en especial, sentía los vestigios de la helada estación calándole los huesos. No podía evitarlo, desde siempre tuvo poca resistencia al frío; por eso, verla con esponjosos abrigos con mangas hasta las muñecas, como en ese momento, no era de extrañar. Un par de cajas de embalaje yacían a su lado; la primera se hallaba vacía, mas la segunda aún contaba con varios libros que debían ser organizados.
Estaba a punto de acomodar el último libro de una de las sagas adolescentes más populares en la actualidad, cuando una fuerte ráfaga de viento azotó las ventanas del local, haciendo que el cristal temblara entre sus soportes. Pero no fue eso lo que realmente llamó la atención de la chica, ni el agudo sonido de la campanilla sobre el marco metálico, sino el estridente ruido de la puerta al abrirse. la pelirroja, concentrada en lo que hacía, sin embargo, ni siquiera giró en dirección a la entrada cuando en voz alta y suave pronunció:
—Disculpe, estamos cerrados por inventario. Vuelva mañana.
Pero nadie contestó. Después de ello, un silencio alarmante se apoderó de la pequeña tienda, justo segundos antes de que un escalofrío le recorriera la espina dorsal. Inquieta por la sensación que de pronto se apoderó de ella, Ania se alejó de las estanterías y se abrió paso por el estrecho pasillo, rumbo a la parte frontal de la librería, donde se encontraba el mostrador; barrió con su verdosa mirada el lugar, solo para darse cuenta de que nadie más estaba allí. Extrañada, se tomó un par de lentos segundos para dar una media vuelta sobre sus talones, encontrándose de lleno con la expresión curiosa de Camille, a centímetros de distancia.
Su corazón dio un vuelco en ese preciso instante, y un suspiro se le escapó de los labios.
—¿Todo bien?
El tono de voz que usó su mejor amiga le hizo fruncir el ceño de inmediato, mas la mirada oscura de la morena fue lo que le dio mala espina; le observaba como si de repente nada tuviese sentido, como si se hubiera vuelto loca. Entonces, la idea de que todo hubiese estado en su cabeza, de repente, no le pareció tan absurda.
—Escuché que alguien entraba…
Las cejas de Camille se alzaron con esa respuesta. Ania negó, restándole importancia al asunto, y sin más se dispuso a volver adonde había estado tiempo atrás. Bastó con que diera unas cuantas pisadas en dirección al pasillo para que una cálida oleada le sobreviniera; ante ello, de forma inconsciente llevó ambas manos a su bufanda y de un tirón se deshizo de la presión sofocante alrededor de su cuello, dejándola colgar sobre sus hombros. Su ritmo cardíaco se vio alterado nuevamente en aquel preciso instante, esta vez a causa del golpe seco que se produjo cuando uno de los libros del estante de arriba cayó al suelo.
Un jadeo huyó raudo de sus labios rosados a causa del impacto. No obstante, se apresuró a ponerse de cuclillas y recogerlo con una mano. Lo sostuvo entre diestra y zurda, conforme reparaba en los elementos que conformaban la oscura portada; no recordaba haberlo sacado de las cajas en ningún momento. La luna llena tenía un acabado realista, así como la bestia que parecía aullarle en plena noche; y en estilizadas letras se podía leer la palabra «Lobos».
Una sombra negra surcó su mirada periférica de un momento a otro, sacándola de su ensoñación. Tal fue su sorpresa que, sin poder evitarlo, sus piernas temblaron y terminó perdiendo el equilibrio, cayendo hacia atrás de cuestión de nada.
Había pasado un mes desde que se sintió de esa manera, como si estuviese inmersa en un sueño, aunque se hallase despierta. Continuará… QUIZÁ TAMBIÉN TE INTERESE: Le escribo a ella: https://www.nocreasnada.com/le-escribo-a-ella Vivo en un país: https://www.nocreasnada.com/vivo-en-un-pais