Celebrábamos el renacimiento de una de las grandes figuras de las letras. Había vuelto, literalmente, de entre los muertos y paseaba de un lado a otro contemplando un muro hecho por los hombres que pretendía homenajear su figura.
Me acerqué a él y me atreví a sugerirle:
- ¿Cómo se siente ahora que sabe de la admiración que los hombres profesan por usted?...
...aunque, en lugar de quedarse aquí, deleitándose con el recuerdo de su nombre, ¿no siente verdaderas ganas de adentrarse en el mundo y descubrir lo que es más importante: si vamos hacia adelante, en continuo progreso, o marchamos hacia atrás en una espiral de involución? Porque, créame, este es el problema verdaderamente humano.
El maestro, que parecía ahora un muñeco de ojos diminutos, me miró indiferente, como si el mundo ya no le perteneciera.
Sueño del 11 de septiembre de 2014