Revista Coaching

Sueño en los mares del norte…

Por Mbbp

SUEÑO EN LOS MARES DEL NORTE…

He andado quizás demasiados mares sin olas y desiertos yermos y pedregosos hasta que, sobre una peña, te encontré, mujer de mis sueños y recuerdo desde siempre en mi alma. Y en tu furtiva mirada azul fui capaz de ver esa paz que anhelaba mi alma, esas olas de pasión que deseaba mi piel y toda esa ternura que mi corazón siempre necesitó compartir, pero que nunca fue capaz de encontrar! Y de tu mirada brotaron poco a poco las olas del amor que suavemente, una a una, llegaban hasta esa orilla de mi alma, de arena adorada y blanca como tu piel, donde yacían mis desnudos pies y mi corazón abierto de par en par, esperando tu llegada. Súbitamente, el cielo se abrió en la negra noche para dejar pasar la luz de la luna y que iluminara, al fin, mi corazón. Y allí estabas tú, bella dama soñada y amada, bajo la cegadora y plateada luz de nuestra luna, junto a mí, silenciosa y muy hermosa, como jamás imaginé a una mujer! Y en el fondo de tu mirada supe ver tu alma antes escondida, que ahora se me ofrecía entera y radiante, como nunca antes había visto un alma. Y la reconocí como la que había buscado siempre, en esos mares sin olas y en esos desiertos yermos y sin fin, que hasta entonces había recorrido sin cesar, pero con el corazón siempre vacío…

¿Vienes, mi amor?

Me dijiste, cogiéndome suavemente mi mano, invitándome a adentrarnos en la profundidad de ese mar plateado y liso como la paz de nuestros corazones al saberse juntos, al fin…

Estaba esperándote desde siempre, sí…

Y anduve tras de ti, siguiendo tus lentos pasos hacia el mar…

Cuántas veladas interminables frente a mares sin olas habría deseado antes escuchar de tus suaves y dulces labios la mágica palabra “amor”, que yo antes, tal vez por miedo, nunca había osado pronunciar ni tan siquiera oír…

Y, con las manos cogidas, bien juntas al fin, andamos hacia esa inmensidad del mar iluminado por nuestra mágica y cómplice luna, mirándonos los ojos y sin saber hacia dónde nos dirigíamos, mientras el agua cubría paso a paso nuestros cuerpos y mojaba nuestra piel…

Abrázame fuerte, lo necesito, mi vida… he tardado tanto tiempo en poder hacerlo, que mi corazón se muere si hoy no te siento cerca, muy cerca…

Y te abracé, sintiendo tu bello cuerpo bajo tu vestido vaporoso y ahora mojado, que entonces ya sentía como tu segunda piel…

Y una lágrima furtiva se deslizó por mi rostro… hasta caer al mar a nuestros pies, fundiéndose con otros millones de lágrimas más que había derramado en tantos otros mares, hasta que te reencontré! Y, una a una, fueron brotando al fin las olas de ese mar, ahora bravo y alborotado por nuestro amor intenso y por nuestra pasión…

¿Por qué lloras, amor mío?

Me susurraste al oído, mientras permanecíamos fuertemente abrazados en medio de las olas que crecían más y más a nuestro alrededor…

- Porque he tenido que vivir media vida y que cruzar miles de mares llanos y desiertos pedregosos, llegar hasta este lejano mar del Norte para reencontrarme con mi amor, trayéndome conmigo esa lágrima de felicidad al verte, que lo convertirá en ese mar ya bravo y por siempre nuestro, donde al fin nos amaremos!

Y en el ya entonces revuelto mar, repleto ya de olas gigantescas de espuma blanca, nuestro amoroso abrazo se hizo eterno… mientras en sus aguas más profundas, bajo nuestros pies, la paz de dos Almas se fundían en una sola!

Y así fue como el Mar del Norte, antaño surcado solo por valerosos e intrépidos marinos que no temían perder su vida, se convirtió en ese mar intenso como nuestro amor, bravo como nuestra pasión, húmedo como nuestra piel deseada y brillantemente azul como tu bella mirada en la que cada día me veo reflejado, dama de mis sueños…

Mientras en la profundidad de ese Mar del Norte reina la paz de nuestras almas por fin reencontradas… y unidas por siempre jamás!

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