Sueños de Bunker Hill (1982) es la última novela de una tetralogía escrita por John Fante, autor norteamericano de ascendencia italiana (1909 - 1983). El protagonista de esta serie semibiográfica es Arturo Bandini, su álter ego, y a través de esta novela (considerada por la crítica una de las mejores del escritor), el lector acompañará a Bandini en sus aventuras y desventuras. Bandini se instala en Bunker Hill, la colina que domina el centro de Los ángeles, donde trabaja como camarero mientras lleva una vida más bien precaria. Luego veremos como empezará a trabajar como guionista para un estudio de Hollywood, pero aunque parece el trabajo de su vida (cobra un pastón por no escribir nada), acabará yéndose para seguir su camino y convertirse en un reconocido escritor. Además de esta historia, Bandini conocerá a más personajes de lo más variopintos, e incluso vivirá un romance con su casera, una madurita más mayor que su madre.
Todo un descubrimiento este John Fante. Su estilo directo y fluido hace que la lectura sea devorada literalmente por el lector. Pertenece a ese gremio de escritores que retrataron la vida cotidiana americana de los años 50. Es comparado por muchos con Charles Bukowski, quien fue el encargado de rescatar a Fante del olvido (de hecho, su obra fue reconocida después de su muerte), ya que exigió a su editorial que publicara la novela "Pregúntale al polvo".
Esta novela fue dictada por un Fante ciego a su esposa, ya en los últimos años de su vida.
Si te gusta Bukowski o Kerouac, o simplemente una lectura rápida y amena, te gustará Fante.
"Du Mont colgó el sombrero y el bastón en los ganchos de detrás de la puerta. Luego acercó una silla y se sentó a mi lado. Cogió el primer manuscrito, "Pasión al amanecer", de Jennifer Lovelace, y empezó a enseñarme el arte de la revisión literaria. Lo hizo brutalmente, porque la verdad era un trabajo brutal. Con un lápiz negro en la mano fue señalando, reduciendo, suprimiendo frases, párrafos, páginas enteras. El manuscrito sangraba abiertamente a causa de la mutilación. No tardé en cogerle el tranquillo y hacia el final de la jornada ya daba hachazos yo solo."