Como una tierra lejana que en un par de ocasiones estuvo al lado de América, África nos ha proporcionado la tercera mezcla que nuestra cultura latinoamericana aún adopta. Sin embargo lo que vive actualmente el continente negro, como le llaman, suena como algo extraño, muchos conocidos míos ni siquiera saben que países existen, mucho menos donde están... por lo que nos comenzamos a poblar de imágenes distintas, la imágenes de ese continente que el cine occidental ha dado, tiene historias inolvidables, como Africa mía de Pollack, o más cercanas como Invictus de Clint Eastwood. Pero sin el ánimo de polemizar, siento que es interesante reconocer el trabajo titánico que los directores de cine africanos y sus producciones hacen, por lo cual en este mes trataré de revisar algunas películas de distintos directores del cine africano, las miradas que nacen de las calles que claman por su justicia social, que luchan contra la pobreza, que poseen sueños distintos y que han llegado a este siglo muchas veces llenos de conflictos tribales, de hambrunas, de viejas tradiciones machistas y azote de pandemias... al mismo tiempo un lugar en que la honestidad y la solidaridad aún se pueden respirar y son importantes para tratar de salir adelante, los lentes de las cámaras africanas han ido capturando sus propias sensaciones en estas décadas.
Tal vez eso pensó Moktar Dicko (Makena Diop) cuando decidió partir de Nigeria a buscar nuevas oportunidades en Burkina Faso, no es que tuviera frente el deseo de hacerse millonario en la fiebre del oro, de hecho ya habían pasado años en que ese episodio había ocurrido cuando el país se llamaba Alto Volta... ahora ir por trabajo a Burkina Faso ya es algo en parte descabellado, porque es uno de los países más pobres del mundo, con altos niveles de arifez en el suelo y una alta tasa demográfica, acá Malthus confirmaría sus teorías. Por lo mismo es un lugar con alto desempleo que provoca alta emigración de sus jóvenes. Sin embargo para Moktar entrar a las minas es un desafío que quiere aceptar a pesar de su edad.
Essakana, se encuentre al oeste de Burkina Faso y desde ahí Moktar con una maleta solitaria desea comenzar de nuevo en una mina de oro artesanal, en que la pobreza de las chozas es el único cobijo a la esperanza de encontrar una pepita milagrosa que saque de la pobreza, en el grupo de trabajo Thiam (Rasmane Ouedraogo) es el de mayor edad que trata de interpretar los designios que la mina dice con su optimismo, es también quien acoge a Moktar con cariño, pese a su inexperiencia en el socavón. Ellos deben entrar en un pozo pequeño con dos linternas en la frente, sacar un trozo de piedra de la veta de cuarzo y luego comenzar a molerla hasta tratar de encontrar algo de oro, a través del lavado... sus compañeros de trabajo le dejan siempre una parte de lo capturado a Coumba (Fatou Tall-Sakgues) una mujer viuda por la mina que también espera con un poco de oro poder sacar a su hija de Essakana y enviarla a París.
La vida de los mineros siempre parece ser cercana al infierno, a Moktar no le importa mucho, en su maleta lleva sus recuerdos y las pesadillas que la pobreza le ha entregado. ¿Qué se puede hacer después del luto de tu hija pequeña?, simplemente nacer de nuevo, intentar hacer algo que implique hacer valer los días... la arena amarilla del desierto les cambia el color a los oscuros rostros que el África entrega... el continente con un sol intenso que surca el desierto anaranjado del África occidental, ahí entre el montículo que las rocas dejan, se puede ver el horizonte plano y árido que la vida deja en el esforzado esfuerzo de tener lo mínimo, comer, soñar y criar... no se le pide nada más a la existencia que un poco de clemencia cono lo que tocó vivir... eso parece ser África.
Saludos a todos.
Bonus Tracks
1.- Película en IMDB
2.- Comentarios en Filmaffinity
3.- Rêves de poussière en Patio de butacas
4.- Rêves de poussière en African Film Library
5.- Trailer