Revista América Latina

Sueños mayameros rotos

Publicado el 23 agosto 2016 por Jmartoranoster

Carola Chávez.

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Desde que tengo memoria y más allá, vivir en Miami ha sido el sueño de un amplio sector de la clase media. La felicidad queda allá y “los venezolanos, como somos súper pilas -decía un venemayamero- nos vacilamos a los agentes de inmigración, porque estos gringos son medio pendejos”. A lo largo de los años ha habido mil formulas, todas mutantes en la medida en que los gringos notaban que algo raro estaba pasando y cerraban grietas migratorias.
Vale todo, desde sellos falsos en los pasaportes hasta parejas que programan el nacimiento de sus hijos en Miami, a modo de tiro al piso: Nace el chamo allá y es gringo, esperas 18 años, que pasan volando, para que el carajito se vaya a su Patria querida, esa sí, y reclame a sus padres para que cosechen el fruto de su parto bien programado. El rollo es que un parto en Miami ces carísimo y que los agentes de inmigración, apenas ven una barriga, encienden las alarmas.
Pero siempre hay un modo. En los últimos años el “asilo político” abrió un portal de posibilidades. Ya no había que parir para quedarse.
Hay ir bien preparados, argumentar que un atraco fue un ataque político de algún colectivo malvado, si hay disparos mejor, métele unos tiros a tu carro, como hizo uno que conozco, y lo documentas como un atentado por pensar diferente. Recuerda, los gringos son medio pendejos.
Medio pendejos mientras les conviene reforzar la imagen de una Venezuela represora, hasta que les empieza a fastidiar el boquete en su sistema de inmigración, entonces llega la hora de pasar a a los venezolanos súper pilas al cuartico.
Es ahí cuando los que no tienen reparos en echarle mierda a su país, a sus compatriotas que nos quedamos aquí, reforzando peligrosísimas matrices que abonan el terreno para horribles desgracias, con tal poder vivir en la cuidad de cartón piedra, descubren que los gringos ni son pendejos ni son buenos.
Usted quiere asilo, muy bien, véngase para el centro de detención, póngase su uniforme anaranjado, quédese ahí, búsquese un abogado de esos que cobran un realero y demuéstrenos  es un perseguido, mire que el cuento de la dictadura malvada lo inventamos nosotros. Demuéstrelo o será deportado, eso sí, después de varios meses de hospitalario presidio.
Cerrada la grieta, tendrán que seguir pariendo para cumplir sus sueños mayameros.


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