Revista Cultura y Ocio

Sufismo: Vivir y morir en Dios

Por Createandshare @CreateShareBlog

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Aunque hay numerosas definiciones en los libros persas o arábigos que nos ofrecen cierta aproximación histórica, hay una que lo define exactamente: el Sufismo es una cosa indefinible.

El célebre poeta Yalal Eddin Rumi, fundador de los Maulawi o derviches danzantes, quien consagró su vida a la música, danza y poesía, escribió un cuento que nos servirá para entender lo indefinible del Sufismo:

Unos hindúes mostraban un elefante en una habitación oscura. Se congregó mucha gente para verlo, pero, como la habitación estaba envuelta en densas sombras, nadie podía ver nada. Entonces los espectadores lo palparon a fin de hacerse una idea de lo que era un elefante. Tocó uno la trompa y dijo que se parecía a un caño; otro palpó la oreja y concluyó diciendo que era un abanico; otro pasó su mano por una pierna y afirmó que era una columna; otro palpó el lomo y declaró que era un trono, aún otro cogió su cola y aseguró que era un plumero para espantar moscas. Así pasa con los que pretenden definir el Sufismo. Sólo aciertan a expresar lo que han sentido, y no se puede concebir una fórmula que comprenda todos los matices del íntimo y personal sentimiento religioso. 

Hay modelos que ilustran brevemente aspectos y características del Sufismo: que le acontezcan a uno acciones que sólo Dios conoce y que esté siempre con Dios de una manera que sólo Dios conoce. Todo el Sufismo es una autodisciplina; no es un sistema de reglas y preceptos, sino una disposición conforme al dicho.

Formados en el molde de la naturaleza moral de Dios, y eso no se alcanza ni con reglas ni con ciencias. El Sufismo es libertad, generosidad, dejar de violentarse y reprimirse. El Sufismo es apartar lo que tienes en la cabeza, dar lo que llevas en las manos, y no rehusar nada que te acaezca. El Sufismo es que Dios te haga morir en ti mismo a fin de que vivas en Él.

Los sufíes no constituyen una secta, no poseen un sistema dogmático. Las tariqas, o sea los senderos que recorren en busca de Dios, son tantos como las almas de los hombres, al decir del Qorán. La doctrina sufí, o su sistema práctico en busca de la verdad (al Haqiqa), es examinar el alma y pedirle rendición de cuentas y confesión por todo cuanto había hecho antes y después de entrar al camino de la Perfección; es el abandono de sí mismo y de las creencias erróneas, y seguir una conducta moral.

El Yo Universal

Todo el Sufismo descansa en la creencia de que cuando uno se pierde a sí mismo, se encuentra en el Yo Universal, o que el éxtasis ofrece la única manera que el alma posee para comunicarse directamente con Dios y unirse a Él. Para expresar esta idea fundamental del éxtasis, los sufíes emplean varias metáforas, como la palabra faná, que significa anulación, desvanecimiento o muerte.

La Búsqueda de Dios

SUFISM-Mystical-Ecumenism-by-Iason-AthanasiadisSe puede decir que el sufí que emprende la búsqueda de Dios se denomina a sí mismo un viajero (salik), o sea un iniciado, que avanza por lentas etapas o jornadas (maqamat) a lo largo de un sendero (tariqat) hacia una meta que consiste en la unión o identificación con la Realidad (Faná fil Haqq).

El Sendero del sufí no se acaba hasta que no haya logrado recorrer todas las jornadas y alcanzado la perfección en cada una de ellas, y hasta que no haya experimentado todos los estados espirituales que a Dios le plazca otorgarle. Sólo entonces habrá logrado elevarse permanentemente a los planos superiores de consciencia, que los sufíes llaman gnosis, donde el investigador se convierte en conocedor y se percata de que el Conocimiento, el Conocedor y lo Conocido son Uno.

La Meditación en el Sufismo

El tipo de meditación que se intenta en el Sufismo es el samadhi, que es el despertar desde la consciencia habitual en la que la mayoría de las personas está atrapada. Nuestra condición de vigilia a la que llamamos estar despiertos no es sino una clase de sueño. Hay un despertar donde la persona aleja su consciencia del plano físico, siendo capaz de ver más allá de las cosas porque está en otro plano de consciencia. Entre los sufíes se habla de estar despierto durante cada día de la vida, por eso la práctica de la meditación es un esfuerzo para lograr ese despertar.



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