Las rupturas sentimentales tienden a ser muy dolorosas. De nuestra mano está elegir convertir el dolor en un sufrimiento irremediable con un sentimiento profundo de soledad, tristeza, incapacidad y falta de motivación o bien, transformar el dolor en sufrimiento productivo, tal como nos aconseja el psicólogo A. Bolinches : ” El sufrimiento productivo es la forma de sufrir en virtud de la cual la persona deja de sufrir porque aprende de lo que sufre”.
Claro que para llegar a este estadio de trascendencia psico-afectiva debemos aprender a expedir otros muchos problemas emocionales más cotidianos, y no todo el mundo está preparado ni creen que sea necesario. Pero no solo es necesario sino saludable con el fin de evitar caer en el mayor de los desconsuelos y la terribilidad más absoluta.
¿Por qué sufrimos tanto por la pérdida del amor?
El desamor duele, sentir el rechazo del otro/a, no saber si te quieren de verdad, la incertidumbre de un futuro que deseas pero que no llega..
Nadie nos enseñó a amar y tampoco a aceptar que no nos aman. Necesitamos sentirnos amados para proyectar a través del otro nuestra necesidad de aceptación. A través de la otra persona pretendemos reconocernos! Hay infinidad de aspectos propios que rechazamos porque no nos gustan (jamás lo admitiremos) y necesitamos que estos defectos sean aceptados por el otro, como símbolo de amor incondicional. Y así sucede, durante un tiempo, pero corto. ¿Acaso crees que algo que no te gusta de ti puede gustar al prójimo?
El amor materno-filial parece ser, en la mayoría de los casos, incondicional. Ese tipo de amor es el que recordamos, exigimos y buscamos. Es un grave error. Jamás alguien estará dispuesto a perder su dignidad y aceptar tus fobias.
En realidad sufrimos por la pérdida amorosa porque nos perdemos a nosotros mismos, porque hemos fracasado pretendiendo eludir el hecho básico que es “no me amo”. Y si yo no me amo, imposible creerme que soy persona digna de recibir amor (la creencia más recurrente). Te identificas a través del otro/a, te aceptas a través del otro/a, te amas a través del otro, pero cuando tu pareja te rechaza y te abandona… te abandonas a ti mismo/a bajo la máxima “No soy capaz de aceptarme ni quererme, por este motivo sin ti no soy nada”.
Nos duele aceptar que nos hemos perdido a nosotros mismos, pero, de nuevo aparece la terrible confirmación “no me aman” para que reflexiones acerca de ti mismo/a y de tu auto-concepto.
No nos enseñan a amar
El amor, para muchos, es una carga, dulce y ansiosa, pero una carga. Cuando carecen de amor lo buscan desesperadamente, y cuándo lo tienen no saben sobrellevarlo. Amar de forma inteligente no es fácil y coincidir con una persona a nivel mental y emocional no es tan habitual. El buen amor nos ayuda a fortalecernos y a desarrollar nuestro potencial humano, pero para ello es imprescindible alcanzar cierta madurez personal y afectiva. Para amar no se debe sufrir, no cabe la resignación, la anulación personal, ni la agitación ni el desasosiego.
El desamor tampoco nos enseñaron cómo gestionarlo; ¿cómo superar esa sensación de vacío interior? el rechazo te humilla y empequeñece, un amor enquistado difícil de olvidar, aún odiándolo/a. Una separación que te empuja a andar dando tumbos por la vida, perdiendo lo que creías que era tu referencia, un dolor que te impide creer en todo y nada.
Para poder redirigir tu vida de nuevo es necesario aprender cómo hacerlo, solo o buscando ayuda profesional pero jamás quedarte clavado en el soporte del desamor. Tal como nos indica el psicólogo W. Riso “algunas separaciones son instructivas; te enseñan lo que no quieres saber del amor”, sólo nos falta saber cómo educarnos en ello para no volver a repetir la lección no aprendida.