La Ley de Muerte Digna de Oregón entró en vigor en 1997. Desde entonces, cuatro estados más permiten el suicidio asistido por un médico, para las personas que tienen una enfermedad terminal. Los defensores dicen que el suicidio asistido da a los pacientes el podercontrolar el final de su vida. Los detractores de la ley dicen que esas leyes podrían ser usados para forzar a las personas débiles o ancianas que se han convertido en cargas financieras para la sociedad.
Mildred Solomon , presidente de The Hastings Center, una institución de estudios de bioética sin ánimo de lucro, dijo que tener la opción de quitarse la vida da una forma de control, que ayuda a algunas personas a aceptar la muerte en paz. Sería algo piscológicamente tranquilizador, pues les daría el control. Tener esa capacidad ayuda a relajarse y disfrutar del tiempo que tienen. Esto va muy en la línea del principio de autonomía del paciente.
Por otra parte, Diane Coleman, presidente del grupo de base de derechos de discapacidad Not Dead Yet, dijo que hay muchos factores que rodean el tema que no han sido adecuadamente examinados, incluyendo el impacto en la industria de atención médica con fines de lucro. Citó el ejemplo de Barbara Wagner, a quien en 2008 se le negó la cobertura de un tratamiento contra el cáncer, que podría haber prolongado su vida algunos meses, pero se le ofreció a cambio la opción de cobertura para el medicamento del suicidarse. "(Ella) recibió una carta del servicio de salud de Oregon, diciendo que ellos no podían conseguir su quimioterapia prescrita, pero que podrían cubrir el suicidio asistido", dijo Coleman.
Personalmente, no me parece que el suicidio asistido sea una opción ética y humana, para las personas que sufren una enfermedad terminal. La alternativa más razonable es un buen servicio de cuidados paliativos, que incluya acompañar hasta el final a las personas que sufren, aliviándoles y facilitándoles los medicamentos necesarios para controlar el dolor.