Revista Psicología

Suicidio: ¿la vía fácil?

Por El Baúl De La Psique @bauldelapsique

Ya han pasado cinco meses desde el trágico adiós con el que nos despedía Robin Williams: “suicidio por asfixia” decía el informe oficial, lo que provocó una amalgama de opiniones inoportunas por parte de la prensa amarilla. Más reciente y a penas comenzando el 2015, una fatídica noticia estremecía a la capital hispalense: una mujer de 59 años trepaba por las rejas que coronan la Giralda y se lanzaba al vacío ante la atónita mirada de los turistas que aún no habían acabado el almuerzo en Mateos Gago. Y justo la semana pasada, la Fundación José Manuel Lara nos anunciaba la publicación de un diario bastante peculiar: los escritos y versos privados de Marga Gil Roësset, pintora y escultura que tomaría la decisión de quitarse la vida en 1932, tras una aciago amor no correspondido con su amigo y poeta Juan Ramón Jiménez.

Extravagancia. Tragedia. Pasión. Locura. Impulsividad. A través del lente social, el suicidio parece un acto aberrante y poco común, perpetuado por individuos con extrañas características psicológicas. Y es normal que nuestra perspectiva con respecto a este comportamiento se vea distorsionada, ya que las principales fuentes sobre el tema en cuestión sólo nos permiten obtener una visión escueta y poco representativa: la experiencia directa, los informes periodísticos (en cualquier plataforma), la literatura y la historia. Teniendo en cuenta que la fuente a la que más recurrimos es la de carácter periodístico, podemos afirmar de forma tajante que nuestra comprensión del suicidio está lejos de entender la realidad de sus víctimas.

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Robin Williams (1951-2014)

Tal y como C. Baudelot y R. Establet nos comentan en una obra sencilla y brillante sobre los estudios de Durkheim a finales del siglo XIX, “Durkheim y el suicidio” (2008), el sociólogo francés comenzaba a desenredar la maraña de los factores que influían en el suicidio, dejando claro que la información que aportaban los periódicos, dificultaban el estudio de éste: el carácter informativo de una noticia es tanto más rico cuanto más improbable sea la noticia y de ahí que el suicidio en el cotidiano se parezca tan poco a los suicidios cotidianos.

Ha pasado más de un siglo (de avance científico y desarrollo tecnológico) y aún seguimos siendo ignorantes de un problema que cada vez afecta a más personas alrededor del mundo.

Cifras

“Acto con resultado letal, deliberadamente iniciado y realizado por el sujeto, sabiendo o esperando su resultado letal y a través del cual pretende obtener los cambios deseados.” Organización Mundial de la Salud (1986).

Durkheim descubrió que la única forma empírica para estudiar los factores que influenciaban el acto suicida era a partir de concienzudas investigaciones estadísticas. Por ello, a partir de la definición de “suicidio” que hemos descrito en líneas anteriores, las cifras que aportamos a continuación nos pueden ayudar a comprender un suceso que solemos considerar “puntual” en nuestra sociedad:

- A nivel mundial se notifican aproximadamente un millón de suicidios anuales.

- Se estima que cada año se suicidan 14,5 personas por cada 100 000 habitantes.

- Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en España se llevan a cabo 9 suicidios al día.

- En España, el suicidio entre los varones (78,09 %) se da tres veces más que en las mujeres (21,90 %), aunque el porcentaje de intentos de suicidio es más alto en ellas.

- En Europa cada año mueren 58 000 personas por suicidio, 7000 más que por accidentes de tráfico.

- A partir de 2008, en Europa la primera causa de muerte no natural ha sido el suicidio.

Mitos 

Lo peor de las cifras anteriores es que van creciendo con cada año que pasa: para 2020 se pronostican 1,53 millones de suicidios consumados.

Desde Emile Durkheim (1858-1917) hasta Edwin Shneidman (1918-2009, considerado el padre de la suicidología), no son pocos los autores que recalcan el carácter social del suicidio, en el que los estereotipos y mitos suponen una de las variables más importantes a tener en cuenta. De esta manera, pasamos a comentar algunas de las falacias más difundidas y arraigadas dentro de nuestra cultura en torno al suicidio:

- Aunque en la última carta de Marga hacia Juan Ramón se concretaran los motivos del acto suicida que cometió la joven, en realidad no podemos establecer una relación causa-efecto tan simple cuando hablamos del suicidio; en este caso, y en otros suicidios donde el individuo deja constancia de sus motivos (por ejemplo, deudas u otros problemas de índole económica) sería más adecuado hablar de “precipitantes” y no de meros motivos, como se suele comentar.

- Por lo impactante que suele ser la noticia del suicidio, son muchos los que creen que las personas que han consumado el acto jamás habían hablado de sus intenciones con alguien. La verdad es que 8 de cada 10 habían advertido sobre sus intenciones. El suicidio no suele ocurrir sin previo aviso. 

- La imagen de una mujer que roza los sesenta subiendo por las rejas de La Giralda, puede darnos la impresión de que cualquier persona que cometa un comportamiento similar es porque está totalmente decidida a acabar con su vida. Lo cierto es que la mayoría de personas suicidas se encuentran indecisas con respecto a sus intenciones: en muchos casos suelen elegir la muerte esperando que otras las salven.

- Una de las características más controvertidas sobre la muerte de Robin Williams, fue el contraste de la naturaleza de su fallecimiento con la imagen cómica que el público poseía del actor norteamericano. Tal y como decía Simon Jenkins para The Guardian: the sadness of the clown is an old showbusiness irony. Por lo general, se piensa que las ideas suicidas afectan de forma exclusiva a ciertos colectivos, con largos historiales de sucesos trágicos, trastornos mentales o pertenecientes a determinados estratos sociales. Las cifras vuelven a contradecir el estereotipo: entre el 40 y el 80% de la población general ha pensado alguna vez en la vida en el suicidio. Y en relación al estrato social, lo mismo: los estudios demuestran que el suicidio se da de manera homogénea en todos los niveles socioeconómicos.

- Los coetáneos de Durkheim ya sospechaban por entonces de la relación entre suicidio y estación climatológica o latitud con respecto al ecuador. Y aún hoy en día algunos defienden dicha correlación como si de un dogma se tratase: a pesar del consenso social general, no existen datos concluyentes para poder afirmar que dichas variables son determinantes… si no ¿Cómo explicar la alta tasa de suicidios en Australia? por ejemplo.

- No todas las personas se suicidan para manipular a otros (y si se da ¿no se tendría aún más precaución?). No todas las personas que amenazan con suicidarse pretenden llamar la atención (y si es así ¿no se trataría de una forma desesperada de pedir auxilio?).

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Emile Durkheim (1858-1917), cofundador de la sociología y pionero en el estudio empírico del suicidio

Suicidio: ¿La vía fácil?

El suicido jamás ha sido “la vía rápida”. Nunca fue “la vía fácil”. Los factores que intervienen son complejos y a penas hemos comenzado a entender este comportamiento desde las disciplinas que intervienen en la salud y el bienestar. Tal y como enunciaba Durkheim, el estigma de los que optan por efectuar las ideas autolíticas se perpetúa a través del juicio moralista que concibe al suicida como un tramposo social, un individuo que se niega a participar en el juego de la vida, condenando a la persona a un dolor silencioso dentro de una sociedad que calla estadísticas y prefiere contemplar al suicidio como un fenómeno peculiar e individual, alejado de lo social.

Por todo ello, concluimos este post con el “Teléfono de la esperanza”, un servicio cualificado que lleva vigente más de 40 años en España, tratando de contrarrestar los efectos del estigma, aportando apoyo gratuito a las personas que deseen una relación satisfactoria consigo mismas y con las que les rodean: 902 500 002.

Daniel Sazo.

Referencias bibliográficas relevantes 

Baudelot, C.; Establet, R. (2008). Durkheim y el suicidio. Buenos Aires: Nueva Visión SAIC.

Borges, G.; Nock, M.; Ono, Y. (2012) Suicide: Global Perspectives from the WHO World Mental Health Surveys. (1ª ed.) Cambridge: Cambridge University Press.

Durkheim, E. (1998) El suicidio. (5ª ed.). Madrid: Akal.

Martínez, C. (2007) Introducción a la Suicidología: teoría, investigación e intervenciones (1ª ed.). Buenos Aires: Lugar.

Ministerio de Sanidad, Política social e igualdad (2012). Guía de Práctica Clínica de Prevención y Tratamiento de la Conducta Suicida: Versión resumida. Galicia: Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias de Galicia.

Santos Ruiz, J.L.; Sanz Rodríguez, L.J. (2014). Psicología Clínica Volumen I. (3ª ed.). Madrid: CEDE.


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