Durante 2010, el último año sobre el que facilita datos el Instituto Nacional de Estadística, se suicidaron en España 3.158 personas, de las que 2.468, el 78,2 por ciento, eran varones, y 690 mujeres.
Podría presumirse que muchas de estas muertes están relacionadas con los desahucios, algo que conocen frecuentemente los jueces, pero que no recogen los informes anuales del Poder Judicial.
Casi siempre hay silencio informativo ante estos actos para evitar contagios.
Pero en los últimos quince días hubo tres suicidios relacionados con la pérdida de la vivienda altamente mediáticos porque previamente existía un debate sobre el impago de hipotecas en estos tiempos de crisis.
El primer caso es el de un hombre soltero hipotecado con 240.000 euros desde 2007 por su piso y un local para la decreciente venta de prensa.
La muerte de Amaia Egaña, exconcejal socialista de Baracaldo, Vizcaya, casada con otro exconcejal socialista, alarmó tanto al Gobierno que llamó al PSOE para elaborar un decreto urgente que evite actos similares entre los más desfavorecidos.
Pero el caso Egaña, una mujer con un buen trabajo, como su marido, es un misterio. Ni siquiera su familia conocía la orden de desahucio y no explica el destino del dinero que ingresaba en casa, y que ella administraba.
El último suicidio es de un varón, supuestamente por no pagar el alquiler del piso donde vivía tras la ruptura de su matrimonio y de que su mujer lo echara de casa, motivo que podría explicar parcialmente por qué los hombres se suicidan casi cuatro veces más que las mujeres.
Hoy las leyes no desamparan sistemáticamente a las mujeres, como antes, cuando el machismo dominante incluso permitía echarlas a la calle.
Ahora es exactamente al revés, y seguramente esa relación entre suicidas de uno y otro sexo tenga que ver mucho con ello.
------
SALAS