En el debate de la independencia han habido argumentos lúcidos y menos lúcidos, han habido insultos y ataques. Y algunas organizaciones han recibido más críticas y otras menos. Hasta ahora el enemigo al que han atacado desde el sector unionista rancio(1) ha sido la ANC, pero ese protagonismo como “enemigo número 1 del nacionalismo español” va a compartirlo con otros actores, y de hecho ya está ocurriendo, entre ellos SÚMATE.
SÚMATE ya es objeto de ataques sin demasiado fundamento y lo va a ser más en un futuro inmediato. Por el momento sólo han sido ataques muy torpes y burdos. Gonzalo Bernardos, economista próximo a Ciutadans acusa (sin pruebas y sin poder sustentarlo) a SÚMATE de ser una herramienta subvencionada de la Generalitat (al parecer que exista sociedad civil organizada fuera de las instituciones y los partidos a algunos les está costando). Leguina ya ha afirmado que los de SÚMATE son acomplejados que quieren que les perdonen el ser españoles, y Monago llama enfermos psiquiátricos a los de SÚMATE. Algo más serio fue el ataque fascista en un acto de SÚMATE en Mataró que acabó sin consecuencias.
Hasta ahora la dimensión pequeña de la organización y la visualización hasta ahora de otros protagonistas como los propios políticos o la ANC del independentismo ha mantenido a esta pequeña pero significativa asociación a salvo de ataques indiscriminados. Pero esa etapa se ha acabado.
SÚMATE molesta y mucho al nacionalismo español.
Para el nacionalismo español la dialéctica con nacionalistas es sencilla: se trata de una colisión de identidades y sus argumentos son tan poderosos como los del nacionalismo catalán. Además el nacionalista español ni tan siquiera necesita reconocerse como tal y puede actuar desde la falsa superioridad intelectual de denostar a su rival como “nacionalista” ya que desde el hegemonismo hispano es fácil dibujar que el “otro” es un regionalista atrasado que pretende defender cosas tan raras como una cultura regional o una identidad lingüística medieval.
Lo moderno es ser español. Y desde su punto de vista no les falta razón. Es la edad moderna, a partir del siglo XVIII y especialmente el XIX que nace el estado moderno y la homogeneidad cultural, si sumamos ese proceso al de la globalización que comienza en el siglo XIX y especialmente el XX tenemos que eso de una identidad cultural minoritaria y hablar un idioma minoritario es algo que está en cuestión en esos siglos, no en los anteriores. Es moderno tener estados nación con una identidad nacional única. Es moderno tener estados nación con una lengua hegemónica y otras minorizadas .Lo cuál no quiere decir que sea bueno o justo.
Es moderno que las guerras causen más víctimas civiles que militares, es moderno que la guerra el nivel de guerra industrial donde las cifras se cuentan por millones y no por cientos o miles. Es moderno morir atropellado por un coche o morir por la contaminación urbana o industrial. Es moderno el estress o la explotación laboral en la industria. La modernidad tiene muchos elementos positivos (la mayoría) pero también elementos negativos. La destrucción de culturas y lenguas minoritarias no creo que se pueda calificar como un aspecto positivo.
Las sociedades occidentales más avanzadas son las que han sabido subsanar los elementos negativos de la modernidad y potenciar los positivos. No las que se quedan con todo el paquete de forma acrítica. No sólo en cuanto a aspectos como la contaminación industrial o urbana o las que han sabido arrinconar el riesgo de una guerra industrial al mínimo. También en cuanto respecta a la pluralidad de identidades nacionales, lingüísticas y culturales.
Pero como digo, en ese marco el nacionalismo español se mantiene cómodo. Pujol, Mas, Pilar Rahola y en especial Duran i Lleida son interlocutores cómodos para ellos. Juegan en el marco de reglas que a ellos les interesa. Y hasta pueden empatizar con ellos.
El problema es SÚMATE y toda voz del soberanismo no identitario
Súmate aunque es una organización relativamente pequeña da voz a una parte del soberanismo y el independentismo catalán no identitario.
Con un símil bastante burdo, hace una parte del papel en el soberanismo que hacía el PSC en el catalanismo. Visualizar a los que lo son (soberanistas en un caso, catalanistas en el otro) sin serlo por elementos identitarios.
Ese es el gran problema para el nacionalismo español. Durante un tiempo el nacionalismo español cargó de forma sistemática contra el PSC por representar ese catalanismo no identitario con el que no saben lidiar, y en consecuencia cargará contra SÚMATE por representar el independentismo no identitario.
Para el nacionalista español el nacionalista catalán es un rival, incluso un enemigo, pero alguien de SÚMATE es algo peor, es un traidor. Es alguien que sintiéndose español o con una fuerte vinculación a la cultura española mayoritaria ha decidido abandonar las filas del españolismo y pasarse al enemigo… sin abandonar su propia identidad.
Por otro lado cada independentista que tiene identidad española representa un fracaso del nacionalismo español. Siempre ha aspirado a sumar en sus filas a la mitad de los catalanes nacidos fuera de Catalunya o con padres de fuera de Catalunya y por tanto así mantener a ralla a su enemigo el nacionalismo catalán. Mientras la mitad de los catalanes no fueran catalanistas siempre podrían hablar de esa “Catalunya real” que no se expresaba electoralmente del todo.
No se dieron cuenta, o bien lo interpretaron de forma totalmente opuesta, que la identidad española de la mayoría de catalanes era una identidad mixta, que el catalanismo era una opción seductora, que no se imponía, mientras que el españolismo era uniformizador y homogeneizador. Cuesta entender fuera de Catalunya los daños que ha causado a la causa “españolista” en Catalunya la mayoría de nacionalistas españoles, pero creedme amigos de fuera del principado, es así.
La suerte que ha tenido el catalanismo es que tuvo más éxito a la hora de hacer una oferta que no condicionaba los elementos identitarios de quienes se sentían más españoles que catalanes, en cambio el mensaje del españolismo se construyó intentando condicionar los elementos identitarios incluso de quienes se sentían más españoles que catalanes. Verdaderos bomberos con gasolina como Leguina, Bono, Monago, Díez, Ibarra no eran más que voces adicionales aunque muy significadas de esa estrategia absurda del nacionalismo español.
Mientras al otro lado hubiera personas con pocas luces como Duran i Lleida que insultaba a los andaluces, no había problema. El problema ha aparecido cuando los no nacionalistas se hicieron catalanistas primero (de ahí el odio hacia el PSC por parte del nacionalismo español), soberanistas después y por último independentistas. Y además decidieran tener voces propias y no diluirse dentro de la ANC sin más.
Por eso SÚMATE genera un verdadero problema conceptual al nacionalismo español. Leguina o Monago son incapaces de entender que haya personas que decidan que a pesar de querer a España y a los españoles tanto como los mismos nacionalistas españoles son capaces de dejar a un lado los elementos identitarios pero prefieren no formar parte de ese estado basándose en argumentos racionales (acertados o no). Bernardos, que creo que lo entiende, sabe que lo mejor que puede hacer es inventarse que son parte de un tinglado gubernamental, que son agentes de Artur Mas a sueldo.
Y lo que te rondaré morena… porqué esto tan sólo ha empezado. La batalla del independentismo y del unionismo está ahora en esos cientos de miles de catalanes que sin tener una identidad nacional catalana y que usan más el castellano que el catalán pueden terminar votando que sí en una consulta independentista y son los que pueden garantizar esa mayoría social al independentismo. Está claro que SÚMATE jugará un papel clave en esta fase del procés, y está claro que SÚMATE va a ser objeto de ataques indiscriminados por parte del nacionalismo español.
(1) Repito, el rancio, hay un sector unionista razonable, con el que se razona y con el que me apetece tener interlocución