Sun Zi
Sun Zi (o Sun Tzu) fue un legendario autor chino que vivió hacia el siglo VI a. C., se cree que escribió el libro El arte de la guerra, un compendio de estrategias y tácticas militares que actualmente también se esta utilizando por los administradores de empresas. En el preámbulo de la edición que yo tengo – más abajo están los detalles – hay la única referencia de un historiador, Sima Qian, sobre el estratega chino, es una anécdota, apócrifa según el traductor Albert Galvany, que paso a relatar completa.
Sun Wu (así le llaman), oriundo del Estado de Qi, fue recibido en audiencia por el rey de Wu, He Lu, con la intención de discurrir sobre el arte de la guerra.
El monarca dijo: “He leído vuestros trece capítulos, pero ¿podría concederme una prueba de su arte?”
“Por supuesto”, contestó Sun Wu.
“Y ¿se atrevería a hacerlo con mujeres?”, insistió el soberano.
“Por que no”, replico el estratega.
Con tal fin, el monarca le concedió las ciento ochenta mujeres mas hermosas de su corte. Sun Wu las dividió en dos grupos, dispuso que las dos concubinas favoritas del rey tomaran el mando de cada una de las dos unidades y las armo con alabardas.
Entonces preguntó a las mujeres: “Saben dónde se encuentra el corazón, la derecha, la izquierda y la espalda?”.
“Si”, contestaron las mujeres.
“Cuando diga «Adelante», marchad en la dirección de vuestro corazón; cuando diga «Izquierda», hacedlo en la dirección de vuestra mano izquierda; cuando diga «Derecha», hacedlo en la dirección de vuestra mano derecha; y cuando diga «Atrás», hacedlo en la dirección de vuestra espalda”
“Entendido”, dijeron ellas.
Habiendo establecido esas órdenes, preparo el hacha de mando, se dirigió hacia ellas y les explico varias veces el sentido de las instrucciones. Tras esto, batió el tambor con la orden de marchar hacia la izquierda, mas las mujeres se echaron a reír.
El Maestro Sun dijo entonces: «Si las órdenes no están claras y las instrucciones no han sido debidamente explicadas, la culpa es del general».
Repitió las ordenes y volvió a explicar las instrucciones varias veces. Después batió el tambor con la orden de marchar hacia la izquierda, pero las mujeres estallaron de nuevo en carcajadas.
El Maestro Sun dijo en esta ocasión: «Si las ordenes no están claras y las instrucciones no han sido debidamente explicadas, la culpa es del general; pero si, tras haber sido perfectamente aclaradas, los soldados no las obedecen, la culpa es de los oficiales».
Y se dispuso a decapitar a las responsables de cada sección. El monarca que contemplaba el suceso desde la terraza, al ver con horror que sus dos amadas concubinas iban a ser ejecutadas envió un mensajero al Maestro Sun con la siguiente súplica: «Ya estoy convencido de que es capaz de conducir las tropas. Sin esas dos concubinas, los manjares mas exquisitos se volverían insípidos para mi. Ruego les perdone la vida».
El Maestro Sun respondió: «He sido investido como general responsable de estas tropas y, en tanto que general, no estoy obligado a obedecer».
Y, como medida ejemplar, ejecuto a las dos concubinas responsables de cada sección al mismo tiempo que las sustituía por las dos siguientes. Entonces batió una vez mas el tambor: izquierda, derecha, adelante, atrás, todas las mujeres efectuaron los ejercicios a la perfección sin atreverse a pronunciar una sola palabra.
El arte de la guerra. Sunzi. Introducción, traducción y notas de Albert Galvany.
Trotta. Pliegos de Oriente, edición de 2006.