Todos tenemos el superpoder de la imaginación y la fuerza descomunal de las ideas, pero no siempre recordamos que un gran poder conlleva una gran responsabilidad. ¿Somos conscientes de nuestra extraordinaria capacidad para hacer el bien a golpe de ratón empleando algo de tiempo y creatividad?
El pasado fin de semana participé en una iniciativa apasionante. Promovida por la red de Cátedras Telefónica en colaboración con varias universidades de nuestro país la experiencia "Hack For Good" me acercó al fenómeno de los "Hackatones", encuentros de programadores cuyo objetivo es el desarrollo colaborativo de software, en este caso, con una vertiente social.
De forma simultáneamente en 14 sedes, cientos de personas proponen retos y desarrollan soluciones para construir un mundo mejor, conformando equipos multidisciplinares capaces de dar respuesta a problemas en el ámbito de la salud, la educación, el medio ambiente, los derechos humanos, la protección del patrimonio...
La jornada en la sede de Sevilla arrancó con una exposición de la dinámica de trabajo, la presentación de los mentores que prestarían apoyo y asesoramiento a los equipos y un avance de los premios que se otorgarían a los mejores proyectos. Y a partir de ahí, vía libre para conformar los equipos, plantear retos o elegir algunas de las problemáticas recopiladas previamente a través de la web del evento.
En este punto debo indicar que me llamó la atención un hecho. Pese a no existir ningún tipo de limitación de edad o requisito formativo, la mayoría de los allí presentes eran estudiantes de informática, por lo que eché en falta la participación de otros perfiles. Esta endogamia puede ser un obstáculo a la hora de enfocar los problemas y plantear las soluciones. Considero que el éxito de este tipo de iniciativas puede verse reforzado si se consigue atraer a personas de diferente rango de edad, con otro tipo de inquietudes y procedentes de otros entornos académicos.
No obstante, hago un balance muy positivo de la experiencia. En primer lugar porque fomenta la creatividad en equipo, se incentiva el espíritu emprendedor y se favorece la innovación social, tres elementos esenciales para el progreso y el cambio hacia una sociedad más justa e igualitaria.
Los resultados fueron sorprendentes y sirvan como ejemplo algunos de los proyectos ganadores, como "Today No", una aplicación que permite crear chats para poner en contacto a niños que sufren acoso escolar con psicólogos o educadores sociales; "MyEyes", que ofrece a las personas con discapacidad visual unas gafas de bajo coste, que ayudan a identificar personas, productos y marcas o a leer textos atendiendo a las indicaciones de voz que recibe; o "Alert-Art", una aplicación para que los usuarios puedan denunciar casos de desprotección, falta de limpieza, deteriorio, o expolio del patrimonio artístico y monumental de nuestras ciudades.
En definitiva, una magnífica oportunidad para aprender, compartir y comprobar que un uso ético de la tecnología nos puede ayudar a conseguir un mundo mejor para todos.