Dos buenas preguntas: ¿Qué es peor, aliarse con un ladrón o con un terrorista?, y ¿es lícito venderle armas a una dictadura, aunque construirlas proporcione trabajo durante cinco años a 2.000 obreros, ahora parados?
Debería responderlas la izquierda española, especialmente el PSOE, y Podemos, si consideramos a este último un partido de izquierda, porque su discurso se parece más al de la Falange, con su patriotería y carácter autoritario masculino, que al comunismo del que proviene.
La primera pregunta, sobre aliarse con un ladrón o un terrorista la planteó el concejal del PP de Madrid Borja Fanjul, que acusó al equipo de la alcaldesa Manuela Carmena y al PSOE, que lo apoya fielmente por orden de Pedro Sánchez, de amparar a “terroristas”.
Fanjul se refería al asesor del distrito de Latina Luis Nieto Pereiro, quien, según afirmó, fue condenado en 1982 por la Audiencia Nacional a ocho años y medio de cárcel, aunque sólo cumplió dos, por un delito de depósito de armas y varios robos de bancos siendo “miembro de un grupo independentista radical y extremo gallego”.
El concejal expresaba así su irritación por el cinturón sanitario de Pedro Sánchez sobre el PP, apelando a su superioridad moral, PP por la corrupción de numerosos dirigentes, mientras apoya a quienes, como en Madrid o algunos ayuntamientos del País Vasco y Navarra, han estado vinculados al terrorismo.
Las contradicciones llagan más lejos, especialmente en ese Podemos que le exige al Rey que no viaje a Arabia Saudita, realmente por enemiga de su protectora Irán, no por dictadura
Sus alcaldes de Ferrol y Cádiz exigen construir en sus astilleros de Navantia cinco buques de guerra, modernas corbetas, para ese país denostado, pero que puede ofrecer trabajo durante un lustro a sus operarios parados desde hace años.
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