Abandonen toda esperanza aquellos que comiencen a ver esta serie animada. Que no se ambienta en el infierno sino en una prisión que por momentos se le parece, ya que cada plan delirante de su alcaide termina en decenas de muertes violentas.
Este recinto infernal tiene a su propio Willy Wonka, personificado en el Alcaide, quien suele tener ideas delirantes para revitalizar el recinto, como la instalación de un bar, la organización de un Grand Prix automovilístico o la experimentación con clonaciones y donaciones de órganos. No es necesario aclarar que cada uno de estos experimentos sale muy, muy mal.
Para esto contará con la (insuficiente) ayuda de un contador propenso a las conductas adictivas, una guardia travestí de la que el Alcaide está locamente enamorado, y un robot cuya solución para los problemas suele ser el homicidio.
Por si no quedó claro, Superjail, definitivamente no está recomendada para estómagos sensibles, ni para amantes del buen gusto, el decoro o las buenas costumbres...