Que Kurdas
Temerarias nunca, valientes siempre, sin lugar a dudas todas unas heroínas.
Las grandes naciones que se ufanan por desplegar sus mayores esfuerzos en la búsqueda de una vida armoniosa entre las culturas y credos que dibujan nuestro globo terráqueo, han permanecido estupefactas ante el avance arrollador del auto proclamado Estado Islámico. Los Estados Unidos reflejan indecisión y solo se atreven desde la comodidad de la oficina a juguetear con sus eficientes drones, y es de entender su dilema, si en su guerra con Vietnam la opinión pública se volcó en su contra, qué sería hoy si arriesgaran a que sus adiestrados guerreros dejaran sus boinas verdes esparcidas en el terreno ante las decapitaciones de ISIS, definitivamente el precio político de errar nuevamente pesa y mucho, más si un presidente premio Nobel de la Paz es el que les ordena inmolarse, toda una brasa caliente; incluso si sacan sus cuentas y hay dólares de retorno, que de acuerdo a la historia son los que motivan esos grades despliegues armamentísticos, seguirían los recuerdos de Afganistán e Irak atormentándolos, más aún cuando los pragmáticos de hoy visualizan que su economía sigue creciendo poco a poco pero sin pausa y esos yihadistas aún no se han proyectado con sus masacres más allá de ese hervidero que es el medio oriente.
Veamos un caso local con esa papa caliente en puertas como es la complicada situación de los Turcos, que a pesar de contar con una historia grande que los respalda como beneméritos en el arte de la guerra, ni siquiera los recuerdos de la Batalla de Galípoli los lleva a poner un pie en los terrenos ganados por Isis en su patio trasero, prefieren seguir en sus entramados diplomáticos; en fin hasta ahora nadie presenta bríos para el combate cuerpo a cuerpo ante estos religiosos tan dados al uso de las redes sociales (solo cuando están ganando).
Qué ironías mientras los grandes se aferran en sus evasivas ante esa bomba de tiempo, hay una minoría étnica con una garra de luchadores que muchos envidian y que cada día les hace ganar más importancia frente a esta coyuntura que cocinaron los occidentales, me refiero a los Kurdos, una nación fragmentada geográficamente con una población cercana a los treinta millones, diseminadas principalmente en Irán, IraK, Siria y Turquía. Con solo observar la distribución de sus pueblos en un mapa podemos inferir a qué presión se encuentran sometidos. Siempre subyugados ante los poderes de imperios y dictadores, han llegado a ser incluso masacrados cobardemente con armas químicas y bacteriológicas ( La masacre de Anfal maquinada por Hussein y su sanguinario primo conocido como "El Químico Alí") y el mundo como si nada. Hoy la historia los sigue sometiendo a intensos retos, nada más y nada menos el Estado Islámico prometió desaparecerlos, es ante este dantesco escenario que surge en el Kurdistán sirio un ejército de guerreras llamado YPJ o Unidades femeninas de Protección, que con solo un mes de entrenamiento hacen temblar a esos extremistas y ya cuentan en sus filas con leyendas vivas y en pleno combate, como son las comandantes Narin y Tolhildan de las que hablaremos en el próximo artículo.