Cada vez que suponemos nos alejamos de la realidad, suponer y suponer nos hace crear una realidad que ciertamente no existe.
Una breve historia real
Una madre ha dejado sobre la mesa monedas para ir a comprar el pan. Va a la mesa y ve que las monedas no están, acusa directamente a su hijo pequeño de haberlas cogido a pesar de que el niño indica que no es así.
Minutos más tarde mete la mano en su bolso para marcharse y encuentra las monedas, inmediatamente pide perdón a su hijo.
Otra breve historia real
Un niño tiene un par de manzanas, su hermana se acerca y le pide una de ellas.
El niño de repente muerde las dos manzanas ante el enojo de su hermana que le mira asombrada por su egoísmo. El niño le ofrece una de ellas y le dice “esta es la mejor, sé que te gustan dulces
¿Por qué suponemos?
Suponemos sin pensar, porque estamos acostumbrados a pensar que las cosas tienen que ser siempre de una manera, hacemos juicios a otros sobre esas suposiciones y no permitimos a los demás que puedan dar una explicación a algo, que en muchos casos ni siquiera ha llegado a suceder.
Si tienes una duda, aclárala... Suponer te hace inventar historias increíbles que sólo envenenan tu alma.
Las conclusiones precipitadas, nuestra condena
Suponer nos hace sufrir, nos decepciona al juzgar lo que entendemos que otros están haciendo o lo que es peor, lo que pueden hacer.
Esperar algo que no ocurre siempre decepciona, no obstante la esperanza es algo que nos hace estar vivos y siempre marca nuestras expectativas en la vida.
Cuando suponemos podemos llegar a quedarnos solos, sacamos conclusiones por el mero hecho de un gesto, una palabra.
Podemos destrozar literalmente muchas relaciones, relaciones de pareja, familiares, de amistad e incluso de trabajo. Hacemos una gran montaña de un simple grano de arena.
Suponer genera emociones
Suponer hace que generemos emociones sobre hechos que no han sucedido o que nuestra mente trasforma en función de lo que sentimos.
No preguntamos y ni siquiera nos molestamos en probar que lo estamos suponiendo es la verdad, los sentimientos que generamos nos impiden hacer un juicio de valor real y justo.
La única forma de NO suponer es PREGUNTAR
La única forma de no suponer es preguntar, o bien alejar cualquier expectativa hasta ver lo que de verdad ocurre a continuación.
Este tiempo nos permite además acumular información para poder valorar en justicia y no dar por válido lo que nuestra mente acaba de desencadenar.
Imagina por ejemplo que la hermana del niño inmediatamente hubiera regañado y chillado a su hermano tachándole de egoísta, posiblemente el niño no le hubiera dado la fruta enfadado también él por no entender porque su hermana le dice semejante cosa.
Todo esto nos hace estropear relaciones y buenos momentos, por el simple hecho de no preguntar o esperar a que los acontecimientos ocurran.
Una disculpa a tiempo, vale más que el oro
Suponer en muchas ocasiones nos hace reaccionar de formas insospechadas, cuando la verdad se muestra delante de nosotros nos avergonzamos de lo que hemos generado con nuestras suposiciones, si bien nos sentimos demasiado orgullosos y nos negamos a ver la realidad.
Cuando hemos actuado erróneamente por la ceguera de nuestras suposiciones deberíamos iniciar una disculpa, sin embargo no lo hacemos y encima pensamos que el otro ha actuado mal a pesar de que la realidad nos demuestra el contrario.
Muchas veces sentimos que alguien nos ha hecho daño, o al menos suponemos que “lo ha hecho a posta”, suponemos y por eso entendemos que debería venir a disculparse y explicarnos su comportamiento para con nosotros.
¿Por qué no llega la disculpa o la explicación? Esperamos y esperamos algo que no llega y eso hace que nos enfademos más y más con esa persona.
¿El otro lado de la moneda? Es muy probable que la otra persona no sepa que ha hecho algo que nos ha molestado, por lo tanto es difícil que alguien pida disculpas por algo que no sabe que ha sucedido.
¿No sería más sencillo hablar con esa persona? De esta forma le diríamos lo que entendemos que ha pasado y ella podría aclararnos su actuación, es más que posible que tengamos nosotros que acabar pidiéndole perdón por pensar así de ella.
Nuestro orgullo nos hace alejarnos de muchas personas que nos quieren y que realmente no saben porque actuamos así con ellas.
La única forma de saber si tienes razón o no con tus suposiciones es preguntar para poder llegar a la verdad del asunto, si no preguntas solo podrás suponer y tu pelota engordará y engordará hasta que no puedas sujetarla.
Suponer lo que el otro tiene que hacer
En las relaciones de pareja es algo que ocurre a menudo y que puede convertirse en un verdadero cáncer dentro de la relación.
Suponemos que la otra persona debe de saber cómo nos encontramos, debe de saber lo que queremos, lo que nos gustaría. “El me conoce sabe lo que quiero”. “debería de saber que esto no me gusta” “debería de comprarme este regalo, es lo mínimo siendo mi pareja”.
Nada más lejos de la realidad. Por mucho que sea al amor de tu vida y una pareja excelente, tu pareja no es adivina. No sabe porque tienes morros, desconoce que te gustaría que hoy te invitara a cenar, no sabe que tú crees que ha hecho algo mal.
Si quieres ser feliz en tu relación de pareja, es preferible que dejes las suposiciones a un lado.
Si estás enfadada, dile que te ocurre, seguramente así podrás encontrar su consuelo.
Si quieres salir a cenar, di claramente lo que quieres hacer, así no te consumirás esperando a ver si te lo pide.
Si ha hecho algo mal, dile claramente que te ha molestado, es muy posible que te sorprenda el saber que no era consciente de que te había sentado mal su comportamiento.
¿Has probado a preguntar en vez de suponer?
Deja de hacer castillos de humo en el aire que se convierten en torres de defensa que se derrumban sobre ti, preguntar, preguntar, preguntar ¿te atreves a preguntar? Hazlo y te sorprenderá lo que vas a descubrir.
Y recuerda, igual que tú tienes el derecho a preguntar, el otro tiene el derecho a decidir si responde o no.
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