Revista Filosofía

Supuestos para una concepción del amor cristiano

Por Antronius
SUPUESTOS PARA UNA CONCEPCIÓN DEL AMOR CRISTIANO
En la historia se puede reconocer dos acepciones de la palabra amor:
1) Cosmovisión naturalista[1]: el amor como sinónimo de deseo (eros).
2) Cosmovisión judeocristiana[2]: el amor como amistad (agapau).
Tomo la clara diferenciación que hace Santo Tomás cuando habla del amor como del deseo que busca el bien para uno mismo y del deseo de bien que se busca para el otro.
Tomaremos la segunda acepción, conocida como la teoría del amor cristiano. Consiste en lo siguiente: servir al otro sin esperar nada a cambio.
Para amar cristianamente uno debe tener presente las siguientes ideas:
· Respeto
· Salvación (de la opresión)
· Comprensión
Se respeta, se salva y se comprende cuando se ama al otro. Entregarse por completo, ser su esclavo. Actuando de esa manera se llegará a sentir la vida espiritual en su plenitud. Este amor, promovido por la cultura judeo-cristiana, se consigue tras haber eliminado todo deseo material que tenemos (sexual, de comida, de poder, de esplendor). Pues al llegar a este punto, desligado del cuerpo, recién capta uno su espiritualidad. Pensando en casas banales o placenteras no podemos estar a solas con nuestro espíritu. En esta dimensión, se dice, conocemos a Dios y captamos el amor verdadero.
Por eso se cuenta en las escrituras que Dios se presentó a personajes que tuvieron un alto grado de vida espiritual, de desprendimiento de las cosas terrenales, que tuvieron una vida humilde combatiendo contra sus deseos animales.
Según esta cosmovisión, desde el momento que uno vive de ese modo, amando de ese modo, conociendo a Dios en el rostro del necesitado se llega a un alto nivel de desarrollo humano, en palabras precisas, nos humanizamos y dejamos de lado nuestra parte animal, que es imperfecta; porque lo verdaderamente humano es la parte espiritual. Somos verdaderamente humanos, alejados de los placeres vanos, de las aspiraciones egoístas y solo pensamos en el bien que puede recibir otra persona sea amiga o enemiga, pero nunca pensamos en nuestro provecho.
[1] Por ejemplo las culturas amerindias, la cultura clásica greco-romana, la china, etc.
[2] Toda la cultura occidental, moderna, democrática y humanista.
Jaime Pereyra
http://antoniopereyra.blogspot.com/

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