El presidente del Eurogrupo, el socialdemócrata holandés Jeroen Dijsselbloem, ha provocado la ira de los gobiernos de los países del sur, Portugal, España, Italia y Grecia, al asegurar que destinan los fondos europeos a “copas y mujeres”.
El Eurogrupo engloba a los ministros de Hacienda de los 19 países cuya moneda es el euro y este presidente, que juzga a la gente por su afición a la fiesta, olvida que dilapidar dinero en alcohol y señoras es un hábito mucho más nórdico que sureño.
Alcohol, sexo y también drogas son consumos muy comunes en los países nórdicos, aunque por allí se corrompen menos con comisiones y pagos secretos, habituales en el sur.
Los compatriotas de Dijsselbloem merodean excitados por sus ciudades ante los escaparates rojos con señoras semidesnudas, entran en los coffee shops a comprar drogas, y se emborrachan hasta la inconsciencia solitaria, silenciosa y rápidamente, mientras los sureños duermen con placidez benéficas sus siestas.
Desde Holanda hasta el último confín de Finlandia los vicios nacionales son los mismos; quizás por eso el ministro holandés atribuye iguales desenfrenos a los sureños.
Pero la gente de aquí no es así: roba directamente, desfalca los fondos europeos y para llevarse comisiones construye palacios de la música, aeropuertos o líneas férreas de alta velocidad muchas veces sin consumidores.
Esto es el sur. El único nórdico es ese funcionario de la Junta andaluza que tenía bajo la cama euros de los parados “pa asar una vaca”, como decía su madre; los gastaba en mujeres y cocaína. Nórdico y sureño a la vez, porque la corrupción sureña permitía sus vicios nórdicos.
Jeroen Dijsselbloem es un puritano que desconoce que fuera del alcohol y las mujeres hay muchas maneras de raptar Europa, y que finalmente en España están procesándolas y juzgándolas.
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SALAS