Algunos conoceréis lo que son las rosquilletas, otros no, aunque gracias a las grandes superficies son más conocidas.
Pero no hace tanto tiempo cuando salías de la Comunidad Valenciana y pedías unas rosquilletas te miraban como a un extraterrestre, como a un ser de otro mundo que habla en un idioma desconocido.
Lo mismo pasaba con otras cosas como el café bombón o el carajillo (néctar de los dioses), pero que gracias a dios a los de la terreta que han viajado y han ido expandiendo el conocimiento.
Alguno estará pensando que las rosquilletas son como los picos andaluces, pero no, son totalmente diferentes. Bueno, todo esto lo digo porque en el cole de cangrejín, hace un par de semanas hicieron una serie de actividades con los de P2 para que experimentaran con diferentes texturas.
Un día les daban harina, otro día la mezclaban con agua y les dejaban la masa para que la tocaran. Otro día tostaban pan en diferentes grados para que palparan las diferentes texturas que tomaba el pan.
Al final, el último día, hacían la masa de las rosquilletas, la amasaban y después las horneaban, las profesoras supongo. Después trajeron a casa una bolsita con tres rosquilletas y un lacito azul cerrándola.
Al igual que hicimos con cangrejito cuando era pequeño y hacía talleres de cocina en las escoletas (actividades extraescolares), decidimos abrir la bolsa y probar las rosquilletas que tan orgulloso traía cangrejín.
Buenas no es que estuvieran, pero tampoco es culpa de los niños que con dos años los ponen a amasar y a hacer palitos de masa, pero la satisfacción cubría cualquier carencia que pudieran tener esas rosquilletas, que para mi, estaban a la altura de las de la "mustia"(1).
(1) Margarita Castillo conocida como "La mustia" era hija de unos panaderos de Castellón que se hizo famosa por hacer las mejores rosquilletas que se comerán jamas en Castellón, en el mundo, y doy fe de ello. Desaparecida Margarita se perdieron las rosquilletas, pero su fama perdura en la memoria de la mayoría de los castellonenses por uno u otro motivo.