Susana Diáz ha iniciado su camino hacia la secretaía general del PSOE y, si es elegida, también hacia la presidencia del gobierno de España, pero avanza abrumada por su pesada carga, una alforja negativa de plomo y barro que le impide ser ágil y atractiva para los votantes. ---
La carga más pesada y agobiante que lleva sobre sus hombros la candidata Susana es ser la presidenta de Andalucía, la comunidad más atrasada, corrupta, desigual y plagada de desempleados y pobres de toda España. Pero hay otros muchos lastres, dramas y déficits en sus alforjas, tan duros y pesados que es casi imposible que pueda avanzar hacia el éxito.
Tardó casi diez años en terminar su carrera; no conoce otro trabajo en la vida que el que ha desarrollado dentro del socialismo, lo que la convierte en una política "profesional" experta en "aparato"; tiene por padrinos a dos ex presidentes condenados por asuntos de corrupción: Manuel Chaves y José Antonio Griñán; ella jamás ganó unas elecciones y alcanzó la presidencia "a dedo"; en la actualidad afronta una amplia rebelión de ciudadanos andaluces en contra del brutal, injusto y anticonstitucional Impuesto de Sucesiones y Donaciones, que en Andalucía se aplica en su máxima cuota, causando dolor, ruina e indignación entre los andaluces, obligados por la Junta a pagar cien veces más por su herencia que los que residen en Madrid o Canarias.
Pero hay todavía más lastre en el equipaje de Susana: preside el gobierno autonómico mas intervencionista y denso de España, tan poderoso que domina, directa o indirectamente, mas de la mitad de la economía de la región, además de haber desarrollado un clientelismo de hierro y cadenas que convierte en "servidores" del poder socialista a millones de andaluces.
La Andalucía de Susana es la región que cosecha peores resultados en las pruebas que miden la calidad de la enseñanza y la que lidera el fracaso escolar y el desempleo en España, además de ser la que más impuestos paga y la que tiene el dudoso honor de haber sido declarada recientemente por Bruselas como la más corrupta de todo el país.
En sus mítines, Susana promete un socialismo pujante y una España igual, prospera y moderna, pero lo lógico es pensar que, si le dejan, construya una España similar a la Andalucía que ella gobierna: corrupta, atrasada, ineficiente, desigual y llena de desempleados y de pobres.
¿Cómo es posible que con ese bagaje pesado, de plomo y fango, pueda aspirar a ser líder del socialismo español y a presidir también el gobierno de España? La única explicación lógica es que España está tan deteriorada y podrida que una candidata como la presidenta Andaluza hasta podría resultar vencedora.
Apoyada por las viejas momias del PSOE, entre las que destacan Felipe González, Zapatero, Rubalcaba, Afonso Guerra y José Bono, gente que ha contraído con los españoles inmensas deudas por daños y perjuicios causados, culpables de haber abierto las puertas a la corrupción, de haber destruido la sociedad civil, de haber corrompido la democracia y de haber dado alas al nacionalismo separatista, entre otros muchos "pecados", Susana luchará por ser elegida lideresa del socialismo español, un partido destrozado por los escándalos de corrupción, por su falta de ideas y por haber perdido el favor de los demócratas españoles, de las clases medias y productivas y de gran parte de los trabajadores.
Las encuestas dicen que el socialismo español está dividido y confundido porque, mientras gran parte de las bases parecen decididas a apoyar a Pedro Sánchez, cuya intransigencia y apoyo a Podemos podrían convertirle en el sepulturero del PSOE, Susana cuenta con el apoyo del aparato y de esa legión de momias del pasado, encabezada por Felipe González, que representa ya, en el siglo XXI, mas un lastre que un impulso.
Lo importante en esta contienda no es quien gane y quien pierda, sino que siempre perderá España y sus ciudadanos, ya que entre los candidatos no existe ni uno que genere ilusión y que sea capaz de cautivar con sus ideas y propuestas. La disputa será entre la desolación y el vacío o entre la nada y la continuidad.
Francisco Rubiales