Revista Política

Susana Díaz

Publicado el 14 enero 2015 por Alejandropumarino

Susana Díaz

La presidenta andaluza se molesta por la titularidad de la Mezquita de Córdoba y anda a vueltas con el nombre, dice defender a los cordobeses y la ciudadanía, pero me da la sensación de que Andalucía tiene problemas más serios y acuciantes que como llamar al templo cordobés.

En primer lugar, queramos o no queramos, España es un país de secular tradición cristiana; se celebran bodas, bautizos y comuniones por un porcentaje no solo significativo, sino mayoritario, de la población, y viene haciéndose de tal guisa desde siempre, por lo que me parece fuera de lugar que una minoría inmigrante en nuestro país, lejos de adaptarse a nuestras costumbres, como debería ser, pide que se retiren los crucifijos de ciertos estamentos oficiales porque le resultan ofensivos. No encontré ningún musulmán que pidiese trabajar el día de Navidad o durante la Semana Santa, pero sin embargo, se empeñan en que sus hijas acudan cubiertas a la escuela a partir de cierta edad; esto es, sin duda, un ejercicio de cierta hipocresía religiosa, con un Dios de andar por casa que saco del bolsillo a mi conveniencia para ocultarlo cuando no interesa.

En los templos cristianos en general (la Basílica de San Pedro es una excepción solicitándose de las mujeres la entrada con los hombros cubiertos) no existen rquerimientos especiales para su acceso, pero no sucede así en las mezquitas o en los templos budistas, en los que existe una rígida norma en cuanto a la indumentaria y el comportamiento. ¿Queremos adquirir la obligación de descalzarnos para entrar en la Mezquita de Córdoba?. Convengo con que ha sido una barbaridad arquitectónica la edificación en su interior de una catedral católica, pero la historia dio la victoria a los cristianos en su día y actualmente es mundialmente conocida y no se dedica al culto mahometano. Es así, está abierta al público y nadie tiene que entrar descalzo o cubrirse las mujeres la cabeza o tomar ningún tipo de precaución más allá de la decencia exigible para andar por la calle. Se conoce que Dª Susana prefiere hablar de los monumentos históricos de la comunidad que de la historia que tiene su partido con los ERE, romance del medievo que suena a hondo pesar entre conspicuos miembros de su partido y del sindicato que lo apoya. De momento, nuestro consejo es que arregle sus diferencias con el Sr. Sánchez, no sea que los resultados de las próximas elecciones generales sean, para ambos, el epitafio de su vida política.


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