La instantánea que ilustra la entrada de hoy, muestra a Dª Susana Díaz con el torero Francisco Rivera, que tiene fama de seductor y de resultón; es una imagen de unos quince años de antigüedad que muestra una socialista en versión morena que la convierte automáticamente a día de hoy, en rubia de bote. Es adecuado para esta jornada de reflexión, pues a ello invita el fervor católico de la política andaluza en compañía del galán matador de toros, estampa clásica donde las haya si, encima la Sra. Díaz fuese tonadillera de afición, o sea. Dª Teresa, de quien hablamos ayer, es todavía más demócrata y más progresista que la representante del PSOE y ya amenazó con prohibir la semana santa si tal fuese la voluntad de los andaluces y las andaluzas, y hasta estaría dispuesta a someterlo a votación; a este paso se declarará ilegal el Quijote, si no es del agrado de ciudadanos y ciudadanas de este país, y según pinta el tema cultural en la educación de generaciones venideras, no me extrañaría que terminase por suceder. A esto de prohibir en nombre de la libertad, se apuntan con presteza los políticos de la izquierda pseudoprogresista, que como también decíamos ayer, siempre andan en contra de algo, hasta de sí mismos, y terminan por sentirse vacíos cuando no hay enemigos en el horizonte. De todos modos, da la sensación de que a Dª Susana no le disgusta el porte del torero y probablemente en ese instante que recoge la imagen, le importase un comino la política, con mayúsculas o minúsculas, que da lo mismo. Una potencial presidenta de la comunidad, heredera de Chaves y Griñán, en gresca con el Sr. Sánchez, rubia de bote y con el recuerdo en años lejanos de esa mirada tierna al galán de turno, en plena celebración religiosa, mientras representa al socialismo militante, es necesariamente un producto español, tan genuino como la paella o como las cofradías en las que nuestros protagonistas de hoy, militaban en aquel momento. Una auténtica maravilla.