Cuando José Antonio Griñán acudió como secretario general del PSOE-A al 38 Congreso Federal que se celebró el pasado febrero en Sevilla, guardaba dos órdagos bajo el brazo: uno, el de apoyar a Carmen Chacón en su carrera hacia la secretaría general del PSOE, que perdió; y otro, el de agotar toda la legislatura y no convocar las elecciones andaluzas junto a las generales, que le salió bien.
Durante aquella travesía, que muchos dirigentes socialistas consideraron demasiado arriesgada y que iba a suponer la defunción política del veterano dirigente socialista, le acompañó, siempre como fiel escudera, la hasta ayer Secretaria de Organización de los socialistas andaluces y actual consejera de Presidencia de la Junta de Andalucía, Susana Díaz.
Hasta ayer precisamente porque fue entonces, ante alrededor de doscientas personas que abarrotaban la sede provincial del partido, en la calle Luis Montoto, en una tarde de calor sofocante, cuando Susana Díaz hizo oficial su candidatura a la secretaría general de ese corral de gallos que ha sido siempre el PSOE sevillano.
Con el presidente del partido y de la Diputación de Sevilla, Fernando Rodríguez Villalobos, haciendo de anfitrión y con una amplia representación del equipo de Griñán a su lado para mostrar músculo, Susana Díaz desbrozó un discurso casi sin florituras retóricas y que recordó en ocasiones al que Carmen Chacón pronunció en aquel congreso que perdió por un escaso margen de votos, aunque eso sí, sin levantar tanto la voz.
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