La presidenta de los andaluces está cosechando fracaso tras fracaso en su carrera hacia el poder. Sus rutas hacia el control de Ferraz, primero, y después la Moncloa, han quedado bloqueadas, mientras que en Andalucía, donde se ha refugiado para hacerse fuerte, su poder retrocede, acosada por los partidarios de Pedro Sánchez, que aumentan cada día, y por la rebelión de parte de los ciudadanos, que incrementan sus críticas, pierden el miedo a la Junta y exigen el fin del cruel, injusto y anticonstitucional Impuesto de Sucesiones y Donaciones. Su mayor debilidad en esta contienda es el rechazo que provoca en los militantes socialistas, la mayoría de los cuales le dieron la espalda en las últimas primarias, un fenómeno que fue evidente incluso en su feudo andaluz. ---
Ahora, más activa e intentando recuperar terreno en Andalucía, donde siguen estallando escándalos de corrupción a ritmo de samba, como el de los servicios de emergencias sanitarios y los servicios de extinción de incendios, la única esperanza de la dirigente socialista andaluza es que la torpeza de Pedro Sánchez le juegue una mala pasada y provoque otra rebelión contra el secretario general, en el PSOE.
Los susanistas contemplan con interés el acuerdo reciente entre PSOE y Podemos para gobernar en Castilla la Mancha, patrocinado directamente por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, como un experimento del que Sánchez saldrá reforzado o muy debilitado, como esperan los andaluces, ya que ese acuerdo, según las encuestas, es mayoritariamente rechazado por los votantes socialistas. También está bajo observación el deslizamiento de la cúpula socialista hacia posiciones más cercanas al referendum independentista catalán, un asunto que, según los susanistas, podría hundir a Sanchez y provocar una rebelión en su contra.
En el seno del socialismo español hay tres grandes realidades que marcan la vida del partido: la primera es la lucha entre partidarios de Sánchez y de Susana; la segunda es el profundo divorcio entre la militancia, cada día más radicalizada, y los votantes socialistas, que son más moderados y centristas; y la tercera es que el acercamiento entre el PSOE y Podemos es cada día más intenso, una alianza que genera recelos, miedos y hasta rebeliones dentro del socialismo español.
Pero la gran evidencia es que, por el momento, Susana ha fracasado en su intento de liderar el PSOE, en su intento de llegar a la Moncloa y en su plan de encastillarse y hacerse fuerte en Andalucía, donde pierde fuerza, empieza a sentirse rodeada por los partidarios de Pedro Sánchez y se ha ensalzado en una estúpida guerra con los ciudadanos andaluces, en torno al cruel e injusto Impuesto de Sucesiones, que solo puede perder y que le desprestigia y enfría su relación con Ciudadanos, el partido que apoya su gobierno en Andalucía.
Francisco Rubiales