Escribir sobre el amor me parece algo bastante fácil, aunque duela, aunque rompa, todos nos hemos enamorado alguna vez de unos ojos o de una, boca.
Cuando le conocí me empezó ha hablar de política, de utopias, de sexo y de revolución, me dio tanto vértigo al ver que mis alas todavía no estaban impregnadas de esos colores, fue como querer aprender la historia de la humanidad en una sola noche.
Sensaciones que nos acarician el cuerpo, que nos tienen en trance, que nos inundan la mente, que nos bailan la vida. Que nos hacen subirnos a trenes que están condenados al desastre o por el contrario que empecemos un vuelo donde consigamos desnudarnos del todo…
Viajamos a submundos llenos de fantasías, personas o recuerdos invisibles, inviables, viajamos cada noche a los rincones que muy poca gente conoce, amamos sin decir una sola palabra, nos bañamos en mares llenos de sueños. Se desdobla el tiempo y las conciencias a medida que creamos futuros potenciales a partir de nuestros deseos, no existe un pasado, presente o futuro que no esté sucediendo ahora. Nos tiembla el cuerpo, nos arde el alma sólo con la pequeña idea de asomarnos a otros corazones, nos llueven las ganas, se rozan las manos, conexiones puras, vidas pasadas, almas sinceras, besos disueltos, perdidos, que nunca se dieron, que nunca nos dimos, abrazos en duda, abrazos sinceros, humo en cenizas de lo que nunca nos atrevimos.
Me ha enseñado como huele el frío cuando se va en ese ultimo suspiro de despedida.
Diana H.