Esto se conoce como inmunotoxicidad y estos efectos nocivos pueden ser temporales o permanentes e incluyen: hipersensibilidad, inflamación crónica, inmunosupresión, inmunoestimulación y autoinmunidad. Si una sustancia inmunotóxica hace que el cuerpo produzca menos anticuerpos, puede tener un efecto en la lucha contra infecciones activas y la protección contra futuras.
El TBHQ es un conservante común que los fabricantes utilizan para prolongar la vida útil de sus productos está presente en miles de alimentos procesados, incluidas las galletas, esta sustancia química ha tenido efectos inmunotóxicos en estudios con animales.
Los productos químicos también pueden filtrarse de los envases o equipos de procesamiento de alimentos a los alimentos. Algunas bolsas, cajas y envoltorios de alimentos están recubiertos con perfluoroalquilo y polifluoroalquilo (PFAS). Los materiales basados en PFAS también son comunes en revestimientos antiadherentes en utensilios de cocina, juntas en equipos de procesamiento de alimentos y plásticos de uso repetido.
El colorante alimentario FD&C Red 3 afecta múltiples parámetros inmunes, el ácido perfluoroundecanoico (PFUnDA) afecta múltiples parámetros inmunes y aumenta el riesgo de inmunosupresión al igual que el ácido perfluorooctanoico (PFOA).
Los productos químicos que se agregan directa o indirectamente a los alimentos, como el THBQ y el PFAS, pueden afectar negativamente el funcionamiento del sistema inmunológico y con demasiada frecuencia, los organismos reguladores permiten que la industria alimentaria y química determine qué ingredientes son seguros para el consumo humano y animal y anormalmente en un alto porcentaje influye más lo económico que lo saludable.