Revista Sociedad

Sustos

Publicado el 31 octubre 2017 por Salva Colecha @salcofa

Por lo visto soy un antiguo, el día menos pensado me va a descubrir un arqueólogo y me van a enviar al Museo Arqueológico Nacional, y más ahora que parece que va a quedar vacante la vitrina de la Dama de Elche, lo malo es que hay hormigas

¿Que porqué digo yo ahora esto? Porque soy de los que todavía esperan a que pongan “El

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Tenorio por la tele (que ya tiene narices, todo el año persiguiéndonos con pelis de cuando Napoleón era corneta y ahora les da el moderno). Soy de los que estos días le da por acordarse de los que están “allá” (cada vez más gente, será que nos hacemos viejos) y les gusta sentir el afecto, el cariño y la nostalgia vivida.

Añoro los “panellets” y los pastelillos de boniato de la abuela. Con esa añoranza y unas flores más o menos acertadas me acerco a visitar a los que durante todo el año no he recordado, con la oculta esperanza de no ser yo el visitado el próximo año porque vete tú a saber a quién va a visitar la parca. Puede que resulte que soy un fósil de otros tiempos en los que no se frivolizaba tanto y a eso de “quedarse tieso” se le tenía un respeto pero bueno, cada uno tiene sus cosas.

Ahora, como daño colateral de la globalización (y eso que el TTIP todavía no se nota) nos hemos traído la costumbre aquella de disfrazarse de Trump o cualquier espantajo similar y

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lanzarnos a la calle con eso de “Truco o trato” adornando todo con unas calabazas que sería mejor utilizar para hacer buñuelos, que al fin y al cabo es para lo que fueron creadas. Pero bueno son cosas de los tiempos modernos y es verdad que despreciar algo diciendo que “son cosas extranjeras” sería una muestra de xenofobia para los haters de Twitter. Podría interpretarse como un ejemplo de nacionalismo ultra como el que está invadiendo Europa, elección tras elección y eso no sería demasiado correcto. ¿No creéis?.

Al final, un año más, me he apuntado a la fiesta aunque el año pasado no me entendió nadie. Me vestí de El Comendador de Calatrava, don Gonzalo de Ulloa, el padre de doña Inés,  para ofrecer pastelillos de boniato a

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los que se acercaban por casa, los pobres se me quedaban mirando con cara de haber visto un marciano, intentaba explicar quién era ese, les daba una grima inmensa por el latazo que les soltaba y se largaban huyendo sin comer ni uno. Así toda la noche. Se quedaron los pastelitos y los Huesos de Santo en la mesita del recibidor, me los acabé zampando y engordé varias arrobas. Este año intentaré lo mismo pero con un disfraz de “el Sacamantecas”, a ver si tenemos más suerte, porque yo vestirme de Drácula o espectro con sábana, como que no. Uno tiene sus propios espantajos como Montoro, el Hombre del Saco, Rajoy, Romasanta el lobisome gallego…

Pero la verdad es que este año lo del Halloween ha perdido toda la emoción después del espanto perpetuo que llevamos sufriendo estos días (y que todavía no a acabado), con Presidents huyendo a Bruselas, palos, derechos por los suelos y los ánimos alterados.

No se que tipo de susto pueden darnos unos niños disfrazados. Este año andamos curados de

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espanto, ni siquiera el payaso de It nos alteraría ni un poquito. Si Drácula hubiera vivido los meses de película de espanto que llevamos nosotros se hubiese vuelto hippie y vegano. Seguro que si a muchos expertos en Halloween  la tarde del viernes les hubiesen aparecido un grupo de payasos siniestros preguntando “Susto o Muerte” se habrían pedido muerte con tal de huir del espectáculo no apto para cardíacos que vivimos en Barcelona. No lo dudo.

Pero bueno, a lo que íbamos, supongo que tocará ponerme a cocinar los pastelillos de boniato, los huesos de santo y els panellets para que, cuando lleguen los pequeños monstruitos llamando a la puerta les abra “El Sacamantecas”. A ver quién espanta más.


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