Susúrrame – @Ordinarylives

La habitación en penumbra, el dolor de cabeza palpitándome en la sien, la voz de los vecinos al otro lado de las paredes, la vida bostezando más allá de las persianas. Demasiado temprano para levantarse, demasiado tarde para acostarse. La silueta de tu cuerpo desnudo me invita a tocarte, dándome vía libre para hacer y deshacer a mi antojo. Pareces dócil cuando cierras los ojos, pero me gusta que siempre te atrevas a plantar cara, que te detengas sobre tus pasos y me mires levantando la ceja, dejando claro que probablemente eres tú la que tiene el poder.

La verdad es que, en ocasiones, consigues que se me acelere el corazón y otras eres capaz de detenerlo, pero no sé explicarlo. Todavía no he podido comprender el mecanismo de acción por medio del cual lo consigues. Todavía no he llegado a descifrar la fisiología con la que me haces funcionar ni siquiera al nivel más básico. Creo poder entender que lo bueno en estos casos es no buscar explicaciones, he podido darme cuenta de que pensando se nos escapa el tiempo y las oportunidades. Dejarse llevar ha resultado ser la mejor opción, sin hacer caso a todas esas luces rojas que se encienden cada vez que doy un paso más en tu dirección.

El reloj se acelera y se detiene ante nuestros actos, y juraría que me has dado más de un abrazo eterno en todo este tiempo, juraría que tú también has llegado a perderte en algún beso sin que te importasen los minutos. Me gusta reflejarme en tus ojos, que tu risa resuene contra mis ventanas, que la lluvia nos empape sin que podamos hacer nada más que sentarnos en un banco y besarnos acabados. Va a ser raro que llegue el verano y dejes de tener frío, y que no estés conmigo.

La mayor parte del tiempo tengo miedo de mirarte demasiado fuerte por si te despiertas de todo este sueño, y sonrío en silencio sin tener muy claro el por qué, sin buscar esa explicación que deje tranquila a mi mente lógica.

A veces, cuando te remueves junto a mí admito que lo único que espero es que me susurres entre bostezos un hoy me quedo en voz baja mientras rodeas mi cintura y te conviertes en la única cárcel de la que no quiero escapar.

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