Revista Cine
Hoy he recibido en mi casa a 15 púberes varones, o sea, adolescentes, o sea, un empacho de testosterona y acné. Se han bañado (griterío y voces altisonantes), han comido (18 pizzas), y han estado charlando (bueno, ya me entendéis). Después, se ha hecho el silencio.Mi hijo mayor cumplirá pronto 16 años y nos hemos visto obligados a desarrollar una capacidad de negociación sin límites: hora de volver a casa; películas que se pueden o no ver; libros que conviene o no leer; "quiero ir a una fiesta", "has estado fumando ¿verdad?"; etc. Y es que con la que está cayendo, no es el momento de renunciar a la educación del adolescente, aunque cueste sangre, sudor y lágrimas. Es más cómodo (aunque costoso) optar por el "no" como respuesta al casi 101% de sus peticiones; claro, uno mismo se acuerda de lo que pensaba y hacía a esa edad. No aconsejo esta opción: la casa se coinvierte en un internado. Desde luego, tampoco aconsejo el "toma 20 euros y to er mundo e güeno"; eso es fácil, pero muy arriesgado. Hay otra vía, como digo, la de la negociación. La imagen del pescador me sirve: tiras de sedal, pero también sueltas, porque si no, se escapa el preciado pez. Mi esposa -yo no tengo tanta cintura- es una maestra de la pesca. Hace unos días pensó en celebrar una fiesta fin de curso en casa, para compensar los "noes" a tantos planes "de desfase", como dicen ellos.-"¿Estás loca?", le dije yo, con los ojos desorbitados.- "Hazme caso, cariño", me indicó. Después llamó al joven y le pidió una lista de los amigos a los que quería invitar.Algunos nombres me irritaban: este bebe; el otro no piensa más que en traseros; este tiene amistades "chungas"... Pero a decir verdad, la cosa ha funcionado. Sobre todo, porque no es común entre los padres de estos desalmados pasar por semejante trance. Además, los púberes, cuando interactúan en manada, suelen sentirse incómodos por la presencia de un adulto (a mí me pasaba). El secreto está en proporcionarles comida y bebida (algo de cerveza sin alcohol y un poco de sangría rebajada), y dejarles solos. Yo, escondido en mi cueva, sólo he salido para recomendar que bajaran los decibelios, pues tenía a los dos infantes de la casa durmiendo la siesta. Nada he dicho cuando oía tacosMi hijo ha salido satisfecho de la prueba, su autoestima por las nubes, de ver que sus padres acogen a sus amigos en casa. Unos padres, además, nos han llamado para darnos las gracias. Otros lo harán, de modo que será una buena oportunidad de conocerles.Así pues, mano izquierda, paciencia, una sonrisa y mucho (mucho) cariño.Otro día organizaré un maratón de cine de terror, bélico o de mafia, aunque no sé si mi mujer lo apobará: "¿Tú crees que eso es educativo?". Ya estamos.