Harta de ser considerada una simple autora de novelas policiales, la escritora Sarah Morton (Charlotte Rampling) acepta irse de vacaciones a la casa que su editor posee en el sur de Francia. Todo es paz y descanso los primeros días, pero luego se aparece Julie (Ludivine Sagnier), la hija del editor, quien complicará de manera insospechada las vacaciones de Sarah.
Luego de filmar el musical de misterio “8 Women” (2002), el director francés François Ozon deseaba realizar una cinta más íntima, que presentara menos personajes, y que fuera protagonizada por una actriz con la que él ya hubiese trabajado anteriormente. Rápidamente, el director pensó en la actriz británica Charlotte Rampling, con quien había trabajado en “Under the Sand” (2000) y con la que había desarrollado una muy cercana amistad. Fue así como Ozon comenzó a escribir un guión pensado específicamente para ser protagonizado por Rampling, quien esperó pacientemente que el director desarrollara la historia junto a Emmanuèle Bernheim. Aunque en un principio se había pensado que el personaje de la actriz interactuara con un hombre más joven, Ozon pronto cambió de opinión al considerar que sería más interesante retratar la relación entre dos mujeres diametralmente opuestas. Debido a esto, el director contrató a la actriz Ludivine Sagnier para interpretar a una joven sexy y atrevida, casi una suerte de Marilyn Monroe del sur de Francia.
La cinta se centra en Sarah Morton, una escritora de novelas policiales protagonizadas por Dorwell, un detective de su propia creación, las cuales gozan de un gran éxito en Inglaterra. Aunque todos, incluso su editor John Bosload (Charles Dance), están bastante satisfechos con su trabajo, Sarah ha comenzado a desarrollar un interés por explorar nuevos territorios literarios. Sin embargo, las presiones de su entorno y la imposibilidad de trabajar en nuevos proyectos, la ha llevado a convertirse en una mujer cínica y amargada. Con la esperanza de que logre la inspiración necesaria para elaborar su nueva obra, su editor le ofrece a Sarah hospedarse en la casa que él posee en la tranquilidad del sur de Francia. Aunque durante los primeros días de su estadía la mujer goza de una tranquilidad inalcanzable en las grandes ciudades, lo que le permite encontrarse consigo misma y encontrar la inspiración que tanto ha buscado, la inesperada llegada de Julie, la hija de su editor, rápidamente rompe todos sus esquemas. Aunque el choque entre ambas mujeres es inevitable, Sarah se siente secretamente atraída por el atrevido comportamiento de la joven, lo que eventualmente la llevara a cambiar su forma de ver la vida.
Julie se presenta como una joven increíblemente molesta y poco amigable, que exuda confianza, y que expresa su sexualidad libremente, llegando a la casa con diferentes hombres cada noche. Sarah por su parte no resulta ser mucho más empática; es increíblemente cuadrada, y su desprecio por la vida la ha llevado a intentar detener a todos aquellos que están teniendo algo de diversión a su alrededor. La dinámica que se da entre ambas mujeres resulta ser sumamente interesante. Sarah no puede evitar sentir celos de la vida que lleva Julie, quien no solo se muestra como alguien libre que no teme divertirse, sino que además inevitablemente le recuerda un pasado con menos restricciones y preocupaciones. Pese al rechazo mutuo que se da entre las mujeres en un principio, eventualmente ambas terminan mimetizándose, llegando a intercambiar sus personalidades en un determinado momento de la película. Y es que como todo artista, Sarah se ve forzada a realizar un pacto con esta nueva realidad, integrándola a su proceso creativo y modificando su estilo de vida.
La película corre a un ritmo lento, pero esto a causa de que Ozon se da el tiempo para establecer de la forma más completa posible la personalidad de Sarah. Durante las escenas que transcurren en Londres, podemos apreciar como esta se relaciona con su editor, el hecho de que ella es una solterona vive con su padre, y su gusto por la bebida. A su llegada a Luberon, el espectador puede ver con lujo de detalles como la mujer se establece en el lugar, su método de trabajo y las costumbres que ha adquirido a lo largo de su vida. Es tal la relación que existe entre la historia y el trabajo de la protagonista, que inevitablemente la película se adapta al ritmo del proceso creativo; las piezas se van ensamblando lentamente hasta la última media hora de metraje, donde el relato se torna más dinámico y donde se concentran la gran mayoría de los giros inesperados que presenta el film. Y es que precisamente durante este tramo de la cinta, la protagonista inesperadamente se ve atrapada en unas de las cruentas historias de crímenes que suelen inundar su cabeza; cuando un hombre desaparece tras tener una discusión con Julie, Sarah tendrá que resolver el misterio que esconde la muchacha antes de que todo el asunto termine involucrándolas en un problema mayor.
En el ámbito de las actuaciones, ambas protagonistas realizan un trabajo impecable. Charlotte Rampling ha demostrado en numerosas cintas que es una actriz versátil, y en esta ocasión realiza una interpretación creíble de una mujer que va en constante evolución durante todo el transcurso de la cinta. Ludivine Sagnier por su parte, se destaca como la increíblemente sexy Julie, una suerte de femme fatale que eventualmente sucumbe ante el trato casi maternal de Sarah, convirtiéndose en una niña incapaz de controlar sus emociones. Por otro lado, resulta ser sumamente destacable el trabajo de fotografía de Yorick Le Saux, y la banda sonora compuesta por Philippe Rombi, quienes en conjunto dotan a la película de una atmósfera de suspenso casi constante, por más que las acciones que se reflejan en la pantalla no escapan de lo cotidiano. Y es que precisamente la banda sonora tiende a dar pistas de lo que está por suceder en el relato, estando íntimamente relacionada con la evolución del mismo.
El sorpresivo final de la cinta terminará presentándole un reto al espectador quien tendrá que demarcar la línea que separa la fantasía de la realidad. Y es que básicamente “Swimming Pool” es un thriller inteligente que puede ser considerado como un estudio de carácter, y como un verdadero reflejo del proceso creativo donde la realidad y la fantasía se interrelacionan hasta el punto que es complicado diferenciar la una de la otra. Una cinta tan compleja como esta obviamente está repleta de simbolismos, siendo el más importante aquel que representa la piscina que sirve de escenario para varias de las escenas del film. Según el mismo Ozon, la piscina encierra una cualidad transformadora, la cual es manipulada por sus usuarias (en este caso el dúo de protagonistas) quienes lentamente van moldeando su personalidad a medida que estas se van relacionando entre sí. Al mismo tiempo, la piscina se convierte en el reflejo del universo de Julie, por lo que Sarah solo logra sumergirse en ella cuando acepta a la joven como su fuente de inspiración. En definitiva, estamos ante una película interesante, que pese a que presenta un ritmo más bien lento, nunca se torna tediosa. El final puede molestar a algunos espectadores que inevitablemente se sentirán engañados por el director, aunque a gusto personal. me pareció todo un acierto de parte de Ozon, quien se apoya en el suspenso más clásico para construir una historia más compleja de lo que en un principio aparenta ser.
por Fantomas.