Esta edición de los Diarios completos de Sylvia Plath incrementa en dos tercios el material de los anteriormente publicados en Estados Unidos en 1982 y en España en 1996. Entre los nuevos pasajes, se cuentan dos cuadernos que su viudo y albacea, Ted Hughes, había prohibido hacer públicos hasta 2013. Editados por Karen V. Kukil a partir de los veintitrés manuscritos custodiados por el Smith College, cubrem desde sus años de estudiante universitaria hasta 1962, un año antes de su muerte, incluyen algunos dibujos y poesías, y son en conjunto el documento definitivo sobre la vida y obra de una de las poetas icónicas del siglo XX. Plath, apenas con dieciocho años, creía, como leemos ya en las primeras páginas, que, al «convertir en escritura una parte de mi vida, mis emociones, mis sentimientos más íntimos, la estoy justificando.»; pero esta idea de que escribir la vida es «un trampolín, una técnica» para «organizar de forma provisional mi pequeño y patético caos personal» acaba resultándole sospechosa, un principio «falso y provinciano»… «y eso es lo que me resulta muy difícil de afrontar». Con una lucidez extraordinaria, estos diarios no solo retratan una intimidad personal siempre en conflicto con los valores domésticos sino que son una valiosísima reflexión sobre el arte, el sentido, las satisfacciones y las trampas de escribir.
No es ningún secreto que me atraen los artistas “malditos”. Los que han peleado con sus demonios internos, los rotos, los enfermos, los inquietos mentalmente, los curiosos, los suicidas – y los que lo han llevado a cabo -. Y Sylvia Plath es una de ellas. Aunque, por otro lado, no suelo profundizar demasiado en sus vidas personales. No me interesa saber cada detalle personal, sino que mi interés se centra más en sus pensamientos y emociones. En conocer lo que una u otra enfermedad les influye en sus obras, en sus palabras.
Me alegré cuando leí la noticia de que Alba Editorial iba a traer en castellano los «Diarios completos». De Plath no conocía mucho más allá de su historia resumida gracias a algunos artículos sueltos y a la película «Sylvia» del 2003 (con más o menos acierto). Quería saber más, quería saber qué es lo que le había llevado a ese viaje por los infiernos y a acabar con su vida poco después de la publicación de su novela.
La edición comprende los diarios conservados entre 1950 y 1962. Primera decepción… pero ya hablaré más adelante de esto.
Durante las primeras páginas hay muchas entradas sobre los chicos y la situación de la mujer en el sexo. De lo poco que entiende que el hombre disfrute de una libertad sexual que se le ha negado a la mujer. También de la importancia de ser una mujer emancipada aun estando casada, ya que el individualismo, las propias metas y sueños, no deberían desaparecer por el simple hecho de pasarse horas en la cocina mientras tu marido trabaja fuera. Y, claro, deprime un poco ver que está escrito en los años 50 y que apenas ha cambiado nada en ese sentido.
21. (…) Como me han llenado de mala conciencia, cualquier cambio en mi rutina produce unos efectos calamitosos, por lo que solo me permito asomarme al umbral con envidia y odiar con toda mi alma a los chicos, que consiguen satisfacer su apetito sexual libremente, sin preocuparse, como si tal, mientras que yo voy de una cita a otra muerta de deseo y siempre insatisfecha. La situación me pone enferma.
22. Sí, estaba loca por ti y lo sigo estando. No había sentido con nadie sensaciones físicas tan intensas. Corté porque no podía soportar ser un capricho pasajero, porque antes de entregar mi cuerpo debo entregar mis pensamientos, mi espíritu, mis sueños, y a ti no te interesaba nada de todo eso.
26. (…) Sin duda el matrimonio es una forma de expresarse, pero ojalá que mi arte, mis textos, no sean simplemente una sublimación de mis deseos sexuales, porque en ese caso se agotarán en cuanto me case. Ojalá encontrara… Ojalá encontrara a un hombre inteligente pero físicamente atractivo y simpático. Si yo reúno esas características, ¿por qué no debería desearlas en un hombre?
Julio de 1950 – Julio de 1953
También escribe sobre los acontecimientos de la época. De la Operación Ranger. Esa parte destructora del ser humano que no logra comprender.
Los capítulos en los que narra sus primeros meses con Ted Hughes es la parte que menos me ha interesado de todas. Claro, no dejan de ser unos diarios y no todas las entradas tienen un lenguaje tan cuidado y poético. Y, a mí, leer cómo eran las hortalizas que han comprado en Benidorm pues no me interesa mucho.
A partir del Capítulo VII (Agosto 1957 – Octubre 1958) vuelvo a interesarme más. Escribe sobre sus estados de ánimo, sobre lo que quiere cambiar de sí misma, se pregunta si alguna vez le publicarán y que no se arrepiente de haber dejado su puesto de profesora para dedicarse por entero a la escritura. Muchas de esas entradas ayudan a comprender mejor a los escritores y artistas en general y eso me ha gustado.
52. Creo que existen personas que piensan como yo, que han pensado como yo, que pensarán como yo. Algunas vivirán sin saber nada de mí, pero, de algún modo, darán continuidad a mi actitud, así como yo doy continuidad, sin saberlo, a una actitud similar en quienes me precedieron. (…) ¿Hasta qué punto mi cerebro es indiscutiblemente mío? ¿Hasta qué punto no es más que un mero registro de lo que posiblemente he leído, oído y vivido? Sin duda yo hago una especie de síntesis de las cosas con las que me he topado, pero ¿es eso lo único que me diferencia de otras personas, las distintas cosas de las que me he apropiado y asimilado? ¿Es que mi entorno y una combinación azarosa de genes me han convertido en lo que soy?
Julio de 1950 – Julio de 1953
(…) Demasiado a menudo mi interés por otras personas consiste en tan solo compararme con ellas, no en la pura curiosidad por el carácter único y singular de cada individuo. Idealmente. Aquí debería olvidar el mundo de las apariencias externas, de las publicaciones, de los cheques, el éxito, y ser fiel a mi corazón. Sin embargo, sigo luchando contra mi ramplonería, mi narcisismo, mi coraza para protegerme de la competencia y evitar que los demás vean mis carencias.
Escribir para una misma, hacer cosas por el simple placer de hacerlas, qué don de los dioses.Martes, 29 de septiembre de 1959
Habla también del odio que siente hacia su madre. Esto es algo que he descubierto leyendo estos diarios. Sus sueños y pesadillas. Menciones a escritores que son clásicos (y de aquellas algunos todavía no lo eran). Lo que le encantó «El señor de los Anillos» y «Moby Dick». Me he apuntado a un par de autores que no conocía porque lo que comentó ella me dio curiosidad. También me gustó mucho ver sus anotaciones de ideas sobre personajes, temáticas, algunas poesías, dibujos, etc.
En general me ha gustado pero, como decía antes, hay una pequeña decepción.
Esperaba encontrar más de esa mente enferma, más textos que hiciesen referencia a sus peores épocas. No es por morbo, es por conocer o entender un poco mejor qué le ha llevado a acabar con su vida. Pero parece ser que hay algunos diarios que se han perdido y otros que Ted Hughes destruyó. Aparte de que hubo temporadas en las que estuvo enferma y un poco antes y después de un intento de suicidio en las que no escribió nada. Más adelante hace pequeñas referencias, lo cuenta como detalles. Al fin y al cabo, son sus cuadernos personales: ella sabía por lo que había pasado y no tenía ni idea de que algún día se publicarían.
Para la sección de «Aquí llueve» he tenido que escoger una escena de las muchas que hay. Lo mismo ha pasado con los fragmentos. Me ha costado escoger porque tengo un documento de tres páginas completas (y pocas me parecen xD)
En esta ocasión no voy a puntuar. ¿Cómo podría hacerlo? No es ficción, no es un libro escrito para entretener. Son los pensamientos y sentimientos de una persona (hecho por el que me daba un poco de apuro leerlo). Aun así, sí que lo recomiendo a todas aquellas personas interesadas en esta mujer.
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