**Por Rodrigo Córdoba García
Portavoz del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo (CNPT)
La Organización Mundial de la Salud, el Banco Mundial y agencias gubernamentales de todo el mundo, recomiendan la combinación de medidas de control para reducir la epidemia de tabaquismo. En relación a España, todos los expertos –tanto nacionales como internacionales- coinciden en señalar que nuestro país acumula un sensible retraso respecto a otros de nuestro entorno, en todo lo relacionado con la implementación de medidas políticas de probada efectividad como son: asegurar espacios sin humo; aumentar el precio del tabaco mediante una política sostenida de aumento de los impuestos; desarrollar medidas sostenidas de información y sensibilización sobre los riesgos del consumo de tabaco; controlar las estrategias de promoción encubierta y mejorar la asistencia sanitaria de las personas que desean dejar de fumar y no lo consiguen por sí solas. La combinación de todas estas medidas sería capaz de reducir la epidemia del tabaquismo de forma significativa en los próximos años.
La acción aislada más eficaz para reducir – de forma inmediata -el consumo per cápita y la proporción de fumadores es el aumento del precio. Un 10% de incremento aumenta entre un 3 y un 5% las deserciones. El efecto en la proporción de fumadores es relevante si hay un aumento del precio del 25%. En ese caso el número de fumadores puede llegar a caer en un14% a largo plazo. Los efectos son más intensos en jóvenes y en grupos sociales menos favorecidos. La disminución y control efectivo de los puntos de venta puede reducir un 25% el tabaquismo juvenil.
Las campañas en los medios de comunicación social dirigidas al conjunto de la población pueden incrementar los intentos de abandono del tabaco en un 40% y pueden reducir el consumo si están bien financiadas.
El etiquetado con advertencias sanitarias gráficas ha demostrado en Canadá y Brasil doblar las tasas de intento de abandono del tabaco y el porcentaje de fumadores puede llegar a caer un 2% el primer año.
Algunos dicen que lo que hay que hacer es prevención en los jóvenes, pero lamentablemente pocos estudios han confirmado un impacto efectivo a largo plazo. Hay evidencia de que las escasas intervenciones en jóvenes que han funcionado son las implementadas en comunidades que han activado previamente medidas reguladoras como aumento fiscal y espacios públicos libres de humo (casos de California o Florida).
Finalmente, con la accesibilidad a tratamientos de deshabituación puede haber un aumento de los intentos de dejar el tabaco entre un 5 y un 25%.
La regulación del consumo en espacios de ocio y convivencia reduce en un 40% la transición al consumo diario en los menores lo cual es de una importancia extraordinaria. Además esta regulación favorece que el consumo de tabaco de los adultos se reduzca en un 2-4% cuando afecta a la hostelería. En este sentido hay que denunciar que en Aragón fallecen por cáncer de pulmón cada año 34 trabajadores de la hostelería por la exposición al humo de tabaco de sus clientes. Literalmente, los trabajadores del sector: "se mueren por servirnos" como decía en una tribuna la Doctora Isabel Nerín. Un caso reciente que conocemos personalmente es el de un varón de 57 años que ha trabajado 40 años en el sector y en estos momentos tiene un cáncer de pulmón de Estadio III por lo que tiene que someterse a quimioterapia y radioterapia. Este trabajador jamás ha fumado de forma activa y voluntaria pero ha inhalado dosis suficientes de humo cancerígeno de sus clientes y no hay otra explicación alternativa para su grave enfermedad.
Aunque algunos aboguen por la prohibición total del tabaco, en nuestro país no parece que la prohibición total del cultivo, fabricación y venta de tabaco sea viable ni aceptable bajo parámetros democráticos. Por lo tanto los mensajes "antiprohibicionistas" no son más que demagogia de la más barata. A los fumadores no se les "prohíbe" fumar, van a poder seguir haciéndolo en su ámbito privado o al aire libre.
Para concluir, el verdadero consenso de los expertos es que no queda otro camino que aplicar regulaciones estrictas para reducir progresivamente el problema del tabaquismo sin afectar negativamente a la economía. No olvidemos que por cada euro que se recauda por impuestos del tabaco hay que se pierden dos euros en gasto sanitario y social. No ignoremos tampoco que el dinero que los exfumadores dejan de gastarse en tabaco no se cuela por una cloaca, se emplea en otros a productos y servicios alternativos que generarán seguramente mas empleo que la industria del tabaco.