Revista Diario
En alguna ocasión os he dicho que mi estado de ánimo es el de mi hijo. Si yo estoy triste, él acaba poniéndose triste, si estoy nerviosa él acaba muy ansioso, si estoy contenta él se muestra feliz y eufórico. Pero no creo que sea solo mi caso, somos sus espejos y se reflejan en nosotros, sus padres y sus madres.
El mes de octubre ha sido algo acelerado y quizá no me he dado cuenta de lo que estaba sucediendo. La última semana desperté y me di cuenta que de nuevo el Peque estaba descontrolado: berrinchoso, llorón, desobediente, echando pulsos continuamente, retándome. La situación se había puesto complicada y bastante cuesta arriba. Y bueno, una es humana, no siempre tiene la virtud de saber qué hacer.
Pero afortunadamente en los peores momentos me vienen ideas que me sacan de los apuros. Un día entendí que debía cortar por lo sano. Por no hacerle llorar un día, porque no quería un berrinche, o bien (honestamente hablando) porque no tenía tiempo (sí, lo sé, está mal pero esa es la realidad) había ido permitiendo comportamientos que al final al que más dañan es a él.
Ejemplos: Se sabe vestir solo pero por llamar mi atención se empeñaba en que lo hiciera yo. Y claro, por no perder tiempo le vestía a toda pastilla.
Sabe comer solo, pero de la misma manera que el ejemplo anterior..... acababa dándole de comer.
Y lo mismo sucedía con lavarse los dientes, recoger sus cosas, etc, etc, etc.
Entono el "mea culpa", lo fácil y rápido sin duda no es lo mejor para ellos. Además está en una de esas fases de crecimiento donde al tiempo quiere independencia y a la vez llamar tu atención.
El caso es que una noche di un golpe en la mesa y dije se acabó. Esa noche me montó uno de esos numeritos que a las madres nos hacen sudar. Pero sudé en silencio, cero gritos, cero broncas, cero castigos. Estuve a su lado, porque aunque hay que ignorar verbalmente el berrinche soy de la opinión que no hay que dejarlos solos. Ellos deben comprender que no haces caso a sus llantos y no cedes a sus pretensiones. Pero también deben entender que estás a su lado y les quieres. Así que con mucha paciencia (prometo que no sé de donde la saqué), permanecí a su lado, besándole, acariciándole, mientras él montaba el pollo padre, llorando, gritando, arrastrándose, tirando la comida de su plato. Una horita pudimos estar así. El berrinche acabó con un golpazo en la cabeza, chichón y algo de sangre, y ahí se dio cuenta de lo absurdo de su llanto. Nos acostamos juntos, nos abrazamos y entonces pudimos hablar. Pero no quise machacarle ni dar excesiva importancia. Se durmió y yo pasé a la fase siguiente.
No me gustan los métodos conductistas puros utilizados con niños. Pero eché mano de un método (muy conocido por otro lado) de este tipo para comprobar si me ayudaba un poco. Eso sí, nada de dejar a una criatura llorando a pulmón vivo solo, ni similar. Elaboré una sencilla tabla de recompensas semanal.
Las tareas eran super fáciles: comer solo, vestirse solo, lavarse los dientes, comer fruta, aceptar y comer la merienda que mamá prepare, ser educado con las personas mayores. Cada vez que hacía una de sus tareas, pegatinita al canto y así hasta completar la semana. Por supuesto le explicamos las recompensas que obtendría al finalizar la semana.
Si de lunes a jueves comía sus meriendas tranquilo, el viernes bocata de nocilla.
Si de lunes a viernes cenaba tranquilo sin pedir dibujos, el viernes después de la cena podría ver un rato dibujos en nuestra cama.
Si cumplía con sus tareas, el fin de semana habría premio. Este fin de semana, como yo estaba malita, decidimos que sería algo casero, jugar con la Wii.
Para el próximo hemos decidido llevarle al teatro. Y así iremos alternando actividades que podamos realizar los tres juntos y que le gusten.
¿El resultado de la tabla de recompensas?. Sorprendentemente ha sido fantástico. Desde el primer momento entendió todo muy bien y puso mucho empeño en hacer todas las tareas solito. No hemos tenido ningún contratiempo. También es cierto que mi actitud ha cambiado notablemente, y eso es un punto muy importante.
El mayor inconveniente que veo a este método es que los niños rápidamente pueden aburrirse. Entonces los padres tenemos que ser creativos. Para esta semana, tabla nueva, añadiendo nuevas tareas, colorines, dibujos de niños haciendo las tareas propuestas, hay que innovar.
No sé si esto me servirá durante mucho tiempo. El cambio en mi niño está ahí. Pero esto me ha hecho ver que es muy importante cómo esté yo. Parte de lo sucedido ha sido responsabilidad mía y esto me ha hecho darme cuenta. Nuestra actitud es importantísima. A veces nos cegamos y nos limitamos a regañarles, a castigarles y a pedirles cosas que no entiende. "Portate bien", les decimos, esperando a que ellos tenga la lista en sus cabecitas de lo que supone portarse bien. Pues no, eso para ellos es muy abstracto y debemos concretar. Cuando he concretado lo que supone portarse bien, mi hijo ha respondido.
Los niños a veces son difíciles, pero los padres debemos darnos cuenta de nuestro importante papel y de nuestra responsabilidad en las malas conductas de nuestros hijos.