Revista Arquitectura
Enclavado en el paisaje ondulado de Limburgo, el edificio para el Rabobank permite agrupar áreas operativas más pequeñas en un único centro de asesoramiento de ubicación céntrica. El banco cuenta con un gran número de cuentapropistas en su cartera y uno de los objetivos del diseño reside en establecer una imagen no comercial.
El edificio se caracteriza por la compacidad de su figura rectangular, que presenta elevaciones en los lados menores. El carácter neutro se ve alterado por una de las elevaciones que se formula en voladizo acompañando la escalinata del auditorio que aloja. El lateral de la figura está compuesto por un enorme plano transparente sobre el frente.
Un gesto inclusivo hacia la ciudad en uno de los lados mayores propone el lugar de acceso. El vestíbulo esta coronado por un techo curvo con una serie de lumbreras que permiten visualizar las actividades que se desarrollan en los pisos superiores. Estas plantas están diseñadas como terrazas que serpentean a la manera de una cinta blanca.
El elemento principal de la sala central es el auditorio, diseñado como una tribuna escalera que conforma espacios de trabajo flexibles. La cortina traslúcida ubicada en el extremo opuesto fue diseñada con diferentes tonos de plata y azul. Este elemento corre en una pista de 60 metros de largo que serpentea por encima de la tribuna y permite componer diversos espacios y atmósferas alterando la posición de las partes de cortina.
El plano transparente que remata el auditorio confiere una iluminación abundante y permite una óptima visual hacia el entorno circundante. Las paredes están recubiertas con paneles de roble cepillado que forman una unidad con el material del auditorio y el mobiliario de las áreas de trabajo.
Los muros exteriores se forman con mampostería especial de arcilla amarilla. Los ladrillos manchados de colores amarillo y blanco se intercalan con piedras cubiertas por una capa de esmalte para crear una fachada de carácter táctil.
“La intención que subyace al diseño es el desarrollo de un banco cooperativo que extiende sus brazos tentadoramente a la sociedad, que se encuentra en una pequeña colina. Al entrar bajo el techo curvo con claraboyas escultóricas, se puede estudiar de un solo vistazo todo el edificio y la curiosidad está encendida aún más en las actividades de las plantas superiores. Estos pisos están diseñados como terrazas que serpentean asombrosas alrededor del palomar como una cinta blanca. Invitan a tomar las escaleras en zigzag y no el ascensor.
Aquí se puede elegir que el lugar de trabajo se adapte a sus exigencias: una pequeña habitación para la concentración, una habitación más amplia para trabajar en equipo, una mesa zigzagueante grande donde se puede trabajar de manera informal y charlar, espacios abiertos de encuentro e intercambio de ideas, estaciones de trabajo individuales a lo largo de la entreplanta, nichos en la pared de roble y dos habitaciones para conferencias y reuniones”.Mecanoo