Nacido en Osaka, Japón, en 1941, Tadao Ando es probablemente el arquitecto japonés en ejercicio más importante e influyente de la actualidad. Su rasgo más distintivo, después de su obra, es su formación autodidacta. Contrario a la mayoría de los arquitectos de hoy en día, Ando no recibió formación en escuelas de arquitectura. En lugar de ello, su aprendizaje proviene de la lectura y de sus viajes por África, Europa y Estados Unidos, así como de un minucioso estudio de la arquitectura tradicional japonesa en Kioto y Nara.
Sin embargo, esta peculiar instrucción no le ha impedido ser uno de los arquitectos más reconocidos del mundo y obtener en 1995 el mayor premio al que todo profesional del sector aspira: el premio Pritzker.
En 1970 se estableció en Osaka con su estudio “Tadao Ando Architect & Associates”, donde comenzó con casas y pequeñas construcciones de madera. A los pocos años fue galardonado con el premio de la Asociación Japonesa de Arquitectura por la “Row House” (Casa Azuma) en Sumiyoshi (Osaka). Un apartamento de hormigón situado en una manzana de viviendas tradicionales japonesas que se ha convertido en la obra más representativa de la primera etapa de la carrera del arquitecto nipón.
Esta edificación se construyó en substitución de una vieja casa de madera construida entre medianeras antes de la guerra. Se trata de una caja de hormigón que ocupa todo el solar con una fachada ciega a la calle. Sólo la cavidad que constituye la entrada aporta algún indicio de la vida que se desarrolla en su interior.
Como se aprecia en esta obra, la arquitectura de Ando se caracteriza, especialmente en sus comienzos, por la expresión neutra, las formas simples y el espacio puro.
Se trata de una producción arquitectónica regida por el ascetismo que busca lo espiritual en la naturaleza del espacio, mientras repudia el juego formal y la ostentación. No persigue el placer visual.Hace un uso muy restrictivo de los materiales (tiene debilidad por el hormigón) y el color. De esta forma el autor consigue que el espacio adquiere el protagonismo total en sus construcciones.
Basta observar su obra “Capilla sobre el agua” (1988) para comprobarlo. Ubicada en un llano en medio de las montañas Yubari, en Hokkaido, la planta de esta iglesia consiste en dos cuadrados solapados de diferente tamaño. El edificio está encarado hacia un lago artificial creado mediante el desvío de un arroyo cercano.
En esta época (década de los 80) el arquitecto empezó a consolidar su reputación internacional con edificios como la Iglesia de la Luz o el Museo de los Niños. Desde entonces, su producción ha ido evolucionando pausadamente hacia una arquitectura más abierta, luminosa y ligera.
Por su vinculación con España destaca el pabellón de Japón que Ando diseñó para la Exposición de Sevilla en 1992. Una edificación de 5660 m² que constituye una auténtica expresión de la cultura japonesa. Como el propio Ando explica “para informar a la gente sobre la cultura de Japón, una tierra de bosques, consideré que construir un pabellón en madera era lo mejor que podía hacer. La cultura de la madera habita en el espíritu de los japoneses y se ha convertido en la clave para comprender la historia y tradición de Japón”.
Con más de un centenar de obras tras de sí, la arquitectura de Tadao Ando evidencia más que nunca el fino límite entre arte y arquitectura ante el que es imposible discernir donde acaba una y empieza otra.