Revista Cine
Apocalypse Now
Después del estreno de Tenemos que hablar de Kevin (2011), nos llega otro drama psicológico y familiar llamado Take Shelter (2011), la segunda película del director norteamericano Jeff Nichols, que vuelve a trabajar con el actor Michael Shannon después de su ópera prima Shotgun Stories (2007). En esta ocasión, Shannon es Curtis, un padre de familia de 35 años que empieza a tener pesadillas por la noche (es mordido por su perro o atacado por personas) y alucinaciones durante el día, con constantes visiones de una gran tormenta que se avecina y de la que cae una lluvia de aceite, así como de una gran bandada de pájaros que vuela en el cielo delante suyo. Esto repercutirá en su personalidad, en su trabajo y en la vida familiar con su mujer Samantha (Jessica Chastain) y su hija sordomuda Hannah (Tova Stewart). Y todo empeorará cuando decida pedir un préstamo para poder hacer un refugio para tornados, a causa de su miedo a que la gran tormenta que él cree ver les coja desprevenidos, algo que suena a apocalíptico y que también recuerda a otro drama psicológico estrenado el año pasado: Melancolía, de Lars von Trier.
Curtis trabaja con una perforadora en unas obras con su amigo Dewart (Shea Whigham) y Samantha se dedica a coser a mano cortinas, manteles o servilletas que luego vende en el mercado. Gracias al trabajo de él, el seguro médico cubrirá los gastos de la operación que tienen que hacerle a su hija, algo que les hará realmente felices, aunque él no lo exprese mucho debido a lo que le está pasando. Por eso irá a ver a su madre (Kathy Baker), para saber a qué edad empezó a tener ella los síntomas de la esquizofrenia paranoide que le diagnosticaron, y también decidirá ir al médico que le aconsejará que visite a algún psiquiatra para acabar tomando pastillas que intenten paliar sus pesadillas. Pero Curtis empezará a tomar decisiones sin pensar en las consecuencias de sus actos, únicamente con la mente metida en la fuerte tormenta que él cree que se avecina. Por eso, cuando empieza a hacer el refugio, su mujer no lo resiste más y le echa en cara que no le haya contado nada de todo eso y está harta porque no sabe exactamente qué es lo que le está pasando ya que lleva unos días con un comportamiento muy extraño, algo que provocará que él le cuente lo que le ocurre.
Y para contar esta historia, Jeff Nichols, que también es el autor del guión, se ha esmerado mucho en que la película fuera visualmente muy atrayente, algo que también es destacable en la mencionada Tenemos que hablar de Kevin, y ha optado por un ritmo muy pausado y lento, seguramente para ir remarcando la evolución de las paranoias de Curtis y de su intento de averiguar el porqué de su situación actual. Pero esa lentitud, aunque muy acorde con la música casi minimalista de David Wingo y con la peculiar transformación de Curtis, a la larga se convertirá en algo en contra para el objetivo de la película. Tranquilamente el espectador puede empezar a aburrirse ante una historia que empieza con bastante interés pero en la que se nota que el director va metiendo ciertos detalles para poder llegar hasta el, más o menos, sorprendente final. En un punto avanzado de la película, las alucinaciones de Curtis llegan a parecer ridículas por la manera que tiene el director de alargar y de exagerar la terrible paranoia que parece atosigar al protagonista, algo que el espectador se cansa de ver al sumarse ese ritmo narrativo tan lento.
Y no es de menospreciar la dirección de Jeff Nichols, que en todo momento parece saber lo que quiere mostrar, ni tampoco la interpretación de Michael Shannon, que sabe darle cierto carisma a su personaje, ni la de Jessica Chastain, que vuelve a hacer un papel similar al que tuvo en la controvertida El árbol de la vida (2011), pero eso no resulta definitivo para lograr que el espectador recuerde por mucho tiempo esta película, únicamente interesante en su primera mitad, y que, aunque hacia el final halla alguna escena un tanto sorprendente con la que se intenta remontar el vuelo, uno casi pierde todo el interés por saber cuál será el resultado de la historia.
"Otro drama psicológico muy trabajado visualmente pero cuya historia, aunque con una dirección y unas interpretaciones correctas, es demasiado lenta para contar algo que se alarga hasta que el espectador pierde casi todo el interés"