De Emilia Pardo Bazán
Retrato de Emilia Pardo Bazán, del pintor coruñés Joaquín Vaamonde Cornide.
El 16 de septiembre de 1851 nacía en La Coruña Emilia Pardo Bazán, novelista, periodista, ensayista y crítica literaria introductora del naturalismo en España. Se separó de su marido por culpa de unos artículos y una novela experimental de lo cual contaré la historia.
En 1882 comenzó, en la revista La Época, la publicación de una serie de artículos sobre Émile Zola y la novela experimental, reunidos posteriormente en el volumen La cuestión palpitante (1883), que la acreditaron como uno de los principales impulsores del naturalismo en España. El revuelo que provoca es extraordinario y se ataca la obra como manifiesto en favor de la pornografía francesa y la literatura atea, con más gravedad puesto que la autora es una mujer, esposa y madre. Su marido, horrorizado por la situación, le exigió que cesara de escribir y que se retractase públicamente de sus escritos; no lo hizo, sino que decidió separarse de él un año más tarde, en 1884. En este año publicó La dama joven, que trata precisamente sobre crisis matrimoniales. Benito Pérez Galdós, por entonces cercano también al Naturalismo, inicia una relación amorosa con ella que durará más de veinte años. Ella le engaña sin embargo con amoríos fulminantes con jóvenes como Lázaro Galdiano y Narcís Oller, haciéndose perdonar. En cuanto al Naturalismo practicado por Pardo Bazán, como el de Galdós, frente a los principios ideológicos y literarios de Zola, acentuaba la conexión de la escuela francesa con la tradición realista española y europea, lo que le permitía acercarse a un ideario más conservador y católico en lo que respecta a ella, que nunca abandonó el catolicismo, por más que admitiera las bases ideológicas del determinismo social y darwinista. El método naturalista culmina en Los pazos de Ulloa (1886-1887), su obra maestra, patética pintura de la decadencia del mundo rural gallego y de la aristocracia, y su continuación La madre naturaleza (1887), fabulación naturalista que, al contrario que en José María de Pereda, demuestra que los instintos conducen al pecado.