La invasión de los ultracuerpos
En algunos casos, se encierran tanto dentro de sí mismos que podrían confundirse con autistas. Lo extraño es que al contrario que los autistas, tienen miles de amigos. O eso se creen ellos...Los reconocerá enseguida, andando por las calles, en los transportes públicos, o sentados en un banco. Estoy hablando de la adicción a los smartphones y aparatos similares.
Seguro que les suenan estas escenas: pandilla de chicos y chicas que en vez de ligar, se limitan a teclear compulsivamente su hipnotizador particular; niños que en vez de correr, saltar y hacer lo que siempre hacen los niños, están embobados, quietos y en silencio ante el aparatito; personas de cualquier edad que nada más entrar al transporte público, de forma compulsiva se ponen los auriculares y empiezan a navegar en su red social; otros que andando por la calle chocan contigo porque no miran por donde van; y mas situaciones que a veces tienden casi a ser motivo de risa.
Alguno acabará cayendo por alguna zanja con las que nos obsequian todos nuestros alcaldes al no mirar donde ponen los pies. Cosa que, por cierto también me puede suceder a mí, pero será por mirar y admirar a una mujer de buen ver, no por andar absorto en esos esotéricos menesteres. También habría que ver si dentro de la zanja hay cobertura, entonces, tal vez el ciudadano absorto no salga del obstáculo por su voluntad.
En fin, que aunque me sorprenda de estos nuevos comportamientos y me los tome a cierta guasa, no se puede decir que mañana sea yo el hipnotizado. No sería la primera vez.
PD. Una última duda. ¿Estamos siendo invadidos como en la película “La invasión de los ultracuerpos”?
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