La Basílica de Nuestra Señora del Prado, en Talavera de la Reina (Toledo) es -no podía ser menos- el altar en que se consagra a la cerámica, por los azulejos que en una buena medida recubren su interior...
Felipe II se refería a este templo como a la "Reina de las Ermitas", aunque se le atribuyó también el apelativo de "Capilla Sixtina de la Cerámica"... Algo parecido debío considerar Juan Pablo II cuando en 1989 firmó una bula pontificia en virtud de la cual la ermita fue elevada a la dignidad y al estado de Basílica Menor.
Y aunque hablar de esta ciudad lleve implícita la necesidad de no olvidar citarla, no es de cerámica talaverana de lo que quiero hablaros en esta ocasión, sino del sepulcro de mármol negro, a la entrada de la ermita, del honrado Juan Sánchez de la Higuera, cura de la iglesia de San Román, a quien las mozas casaderas tienen desgastado el rostro y las manos, por la creencia de esperar que, al poco de tocarlos, surgirá un Príncipe Azul.Y aunque resulte divertido pensar de tal modo, fue también en esta tierra, más concretamente en el templo pre-cristiano que ocupaba el terreno en el que hoy se cimenta la Ermita, de donde proviene la expresión "ser la monda", referida a la alegría y el regocijo... Las Mundas Cereris o las Mondas son las fiestas que se celebran cada año durante la Pascua de Resurrección; fiestas en las que se hacen ofrendas, ahora a la Virgen del Prado y antaño a Ceres (diosa romana de la agricultura y la Tierra), o a Pales (diosa griega de los pastores).